Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 564 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier (1995) es ya una referencia clásica a la hora de ponderar el valor del diccionario; dice así: “Para un hombre ocioso y curioso (yo aspiro a ambos epítetos), el diccionario y la enciclopedia son el más deleitable de los géneros literarios. Para los trabajos de la imaginación no hay mejor estímulo”. Sin embargo, a pesar de este reconocimiento, casi universal (veremos más adelante otras valoraciones), la realidad es que muy pocas personas conocen bien los diccionarios y no son capaces de utilizarlos adecuadamente. Yo mismo he dejado constancia de esta situación en varias ocasiones (vid, p. ej. Hernández, 2018), y Javier Marías (2017) ha puesto también en evidencia este desconocimiento en un artículo periodístico en el que refiere las numerosas solicitudes de particulares y colectivos que se reciben en la Real Academia Española proponiendo que se incluyan o se eliminen determinas palabras o ciertas acepciones 2 , y lo concluye del siguiente modo: ¿Tan difícil es entender en qué consiste un diccionario? ¿Que lo más que se puede permitir es advertir, orientar y desaconsejar, pero nunca, nunca, suprimir ni censurar ni prohibir? ¿Tan difícil le resulta a la sociedad actual aceptar que los hablantes son libres y que son ellos quienes conforman la lengua? La Academia no juzga. Se limita a tomar nota. Ante opiniones como estas y después de tantos años es preciso plantearse por qué la situación permanece igual; y la respuesta no puede ser otra que la de aceptar el fracaso de la educación sistemática o reglada, al menos en estas cuestiones; es decir, convenir como un hecho probado que no ha habido una adecuada didáctica sobre el uso del diccionario. Por ello, es razonable que nos planteemos acciones complementarias por la vía de la educación espontánea, directa o asistemática, la que ejerce la sociedad misma sobre los ciudadanos fuera del sistema educativo. Como es sabido, los medios de comunicación son un elemento fundamental dentro de la educación asistemática, y esta realidad, al tiempo en que carga de responsabilidad a todos sus profesionales –quienes no pueden renunciar a su ineludible compromiso formativo– también nos da la oportunidad de que los que por vocación hemos detectado tales deficiencias educativas aprovechemos esta posibilidad de la prensa, la radio, la televisión y los medios digitales para llevar a cabo esta labor de enorme importancia. No son absolutamente originales propuestas de este tipo, pues ya hace algún tiempo que los medios de comunicación han asumido cierta cota de 2 Recuérdense las propuestas relacionadas con la supresión de acepciones de palabras o expresiones como cáncer , gitano o sexo débil . Recientemente, una institución canaria solicitó a la Real Academia Española –según leemos en la prensa– la inclusión del término guagüismo , “hasta ahora inexistente, acuñado por la corporación insular en una nueva campaña para incrementar el número de usuarios en el transporte público interurbano de la isla” ( La Provincia. Diario de Las Palmas , 1-6-2017).

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