Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 254 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier por hoy, sino en los estudios léxicos y semánticos del español en general. Este ensayo, en efecto, es una muestra de la parte inicial de la investigación en curso de lexicología histórica hispanoamericana en que estoy trabajando, por ello el guiño a Corominas y sus estudios en relación con la lexicología hispanoamericana. En esta primera fase me he centrado en una de las metodologías usadas para la constitución del lemario, que es el acopio y filtro en codificaciones, en especial los diccionarios y monografías afines de palabras para ser estudiadas. Los datos que van recabándose (las palabras mismas, sean estas uni o pluriverbales) son los que se utilizarán a posteriori para trabajar con el étimo o con la historia de ellas, su uso, su polisemia, su extensión y vigencia. Por lo tanto, me sitúo desde el nivel histórico de la lengua y mi posicionamiento será siempre el del español como un hecho de arquitectura, en términos coserianos. Sin embargo, y aquí lo relevante de esta primera etapa, es lo que pueda dar de sí esta primera fase de filtro, puesto que, muchas veces, lo que nos pueden informar las codificaciones son imprecisiones o información errónea de algunas unidades léxicas. Justamente, porque se han entendido y se suelen entender estas voces bajo la norma de una sola lengua histórica: la lengua que esté reflejada y normada en la obra académica de turno, como cotejo principal. “Imprecisiones o información errónea” comento de manera generalizada porque, desde otro punto de vista, lo que nos pueden informar estas codificaciones es todo lo que pueda darse desde el nivel individual, desde el nivel textual (en términos coserianos), lo que puede ser el atisbo, algunas veces, de información no reconocida por el estándar y, por lo tanto, de gran valor histórico. Como sea, a propósito de las imprecisiones encontradas en los diccionarios, son los mismos lexicógrafos los que han alertado en eso de andarse con cuidado con los diccionarios y monografías afines: hay que creerles y no creerles a la vez. Sin embargo, este dilema, dentro del quehacer lexicológico, no es ni un problema ni un agravante, creo; puesto que lo que se requiere, justamente, es valorar léxicamente la información que se presente en un diccionario y un primer paso para ello es indagar críticamente toda unidad léxica que haya sido codificada en alguna de estas gramatizaciones. Posteriormente es labor y método del lexicólogo revalidar y cuestionarse las voces, en claro revisionismo para armar su historia. Por lo mismo la necesidad de esta primera parte, porque estas gramatizaciones (hablo de gramatización en términos de Auroux y su escuela, es decir, las codificaciones en su amplio sentido) son una valiosa fuente de información para el trabajo de lexicología histórica, aun cuando muchas veces esta información sea imprecisa, sesgada o errónea. Sin embargo, y aquí la serendipia, a mayor cotejo con este tipo de gramatizaciones, mayor objetividad en la arquitectura, digamos, de la palabra en cuestión. Esto posibilita, además, un primer bosquejo de lo que será, además, el trabajo de lexicografía histórica que, inevitablemente, requiere de esta primera fase. Esta vez, a partir de un grupo de unidades léxicas que la lexicografía oficial etiqueta de americanismos , arcaísmos o galicismos , podemos dar cuenta de

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