Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 124 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier a fin de describir la presencia del masculino inclusivo no marcado y algunas de las distintas opciones que han venido apareciendo para sustituirlo y que, de acuerdo con quienes las proponen, persiguen evitar inequidades en la exclusión del referente femenino. Según la norma gramatical, el masculino no marcado abarca a ambos miembros de la oposición; es decir, incluye el femenino, sea en singular o en plural. Como sabemos, esta regla ha sido considerada invisibilizadora o encubridora (Márquez 2013; Martín 2019), pese a que autores como García Meseguer (2001), Álvarez de Miranda (2012), Gutiérrez Ordóñez, (2018), Zorrilla, (2019) y Academia Chilena de la Lengua (2020) sostienen que el español no es una lengua sexista. En su último informe, la RAE señala, por su parte, que …tal sexismo y misoginia no son propiedades de la lengua, sino usos de la misma. No son inherentes al sistema (no son sexismo de lengua), sino valores que adquieren en el uso a causa de la intencionalidad de los emisores o de sus prejuicios ideológicos (sexismo de discurso). No son responsabilidad del medio, sino de los hablantes (RAE 2020: 32). Aunque es de vieja data, el recrudecimiento de la polémica en torno a este tema tiene lugar a partir de la divulgación del texto intitulado Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer, firmado por Bosque (2012), en condición de vocero oficial de la Real Academia Española y de la Asociación de Academias de la Lengua Española (en adelante, RAE y ASALE). En ese informe se establece que “el uso no marcado (o uso genérico) del masculino para designar los dos sexos está firmemente asentado en el sistema gramatical del español…” (Bosque 2012: 6). Frente a la posición academicista, han aparecido voces que difieren de tal dictamen normativo y, por el contrario, han insistido en opciones léxicas, morfosintagmáticas o morfológicas que eviten lo que, teóricamente, la gramática no logra solventar por sí misma: la ocultación del femenino en algunas expresiones que se valen del masculino inclusivo ortodoxo (en adelante, MIO). (Márquez 2013; Bengoechea 2015; Martín 2019). Aquí nos hemos propuesto el objetivo de demostrar que en el documento que contiene las BC, el MIO comparte espacios discursivos con varias de las opciones que se han venido proponiendo para reemplazarlo. El artículo se desarrollará de acuerdo con la siguiente secuencia: en primer lugar, ofreceremos una aproximación conceptual a las posturas en discusión; seguidamente, actualizaremos las distintas opciones que hasta ahora hemos logrado detectar como propuestas sustitutivas del MIO, para pasar, finalmente, a la revisión de las BC, a fin de verificar usos paralelos de masculino inclusivo y fórmulas mediante las cuales se busca atenuar su efecto encubridor.

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