Opinión pública contemporánea: otras posibilidades de comprensión e investigación

84 – Opinión pública contemporánea (1981), en su historia de la opinión pública, de esa ya lejana Grecia del siglo V A.C, el así denominado Modo Helénico: espacio donde lo público permitía expresar la dimensión común de lo vivido en el ámbito privado-casero 1 , reino donde había el menor desfase entre los actores de la comunicación social. No es necesario redundar en el diagnóstico existente de lo que ocurriría actual- mente con las operaciones que están en la base de la opinión pública posmoderna, ese espacio “refeudalizado”, en que las fronteras de lo público y lo privado ha perdido pertinencia; sea por la sensación de vivir en una sociedad del espectáculo, donde los temas y su tratamiento responden a unas esferas de lo público bajo el imperio del montaje para el entretenimiento, en oposición a la idea de contienda pública litigante. Allí ya hay mucho dicho, a base de la reproducción del discurso eurocen- trista, que supone ciertos ordenamientos de lo social, dispositivo que, entre otros elementos, cosifica el espacio de la opinión transformado en artefacto, omitiéndose que ésta corresponde a un recurso de los modos de manifestación y expresión de lo humano, cuyo desenlace es el proceso de burocratización, que se sintetiza en una cas- ta (política) y su privatización (en unos medios y variadas técnicas) que la enajenan de la sociedad, en el sentido de Tarde (1999) y Simondon (2009). Es por ello que planteamos, en lo central de este capítulo, la posibilidad de hacer comprensible la complejidad entre las tradiciones, resistencias y emergencias de la opinión pública históricamente posible de establecer desde los diversos “montajes”, en tanto procesos de selección de unos “flujos” (Stiegler, 2001) del imaginario posi- ble de considerar en toda formación y desarrollo de opinión pública. Estos “flujos de consciencia”, son inherentes a los sistemas de mediatización y que son posibles de concebir como parte del sistema de “audienciación” (Orozco, 2011a; Yáñez, 2016) lugar desde el cual es posible caracterizar a unos públicos opinantes que integran el sistema social y psíquico que produce sentido (Verón, 2013). El reconocimiento de la comunicabilidad de otras formas de opi- nión pública. Estamos hablando de una cierta utopía, de aquello propio y continuamente enajena- do, históricamente. Como si los instrumentos naturales y ortéticos, que producen la comunicación, se adaptaran y anticiparan a fin de obtener reconocimiento de senti- do, y así hacer lo común (no sólo lo público, también lo privado) hubiera sido siste- máticamente hurtado sobre la base de un procedimiento también tecnológico: un “quién” que es traicionado por “su qué”. La pareja quién/qué (largamente trabajada por Stiegler) corresponde a lo que Verón (2013) atiende como “historia de la media- tización”. Sobre esos dos actores (acoplados) es posible observar el devenir de la ya 1 Texto en cursiva, sin comillas, concepto o expresión que el autor quiere enfatizar.

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