Vidas cotidianas en emergencia: territorio, habitantes y prácticas

Vidas cotidianas en emergencia como campo de la investigación social – 7 Introducción Vidas cotidianas en emergencia como campo de la investigación social María José Reyes Andreani Vida cotidiana: entre la rutina, la certeza y la transgresión Día lunes, suena el despertador, es necesario levantarse. Hay que ducharse, prepa- rar el desayuno. Salgo apurada para alcanzar a tomar el metro y llegar a la hora al trabajo. Luego de una mañana extenuante, el almuerzo con compañeras/os ayuda a recuperar energías para lo que queda de la jornada laboral. Ya pasada la tarde, voy en busca de mi hija, que espera con los brazos abiertos y con una enorme sonrisa en la cara. Jugar y cantar un poco, para luego preparar su cena y baño. Llega el compañero a casa. Una conversación alrededor de la comida, gestos de complicidad y algo de cansancio. Ya es hora de dormir. Mañana es otro día. Si tomamos atención a este relato, vemos que nos habla de un día cualquiera, de un día “como todos los días”, donde se entremezclan rutinas, saberes, afectos y relacio- nes, reflejando un pequeño fragmento de vida cotidiana. Es cierto, es un relato que puede ser significado como intrascendente y, por tanto, producir indiferencia a la escucha. No habla de grandes hazañas, tampoco de gestos extraordinarios ni heroi- cos, menos aún de personajes importantes. Es más bien un relato de alguien común y corriente pero que, y ahí lo importante, a partir de sus quehaceres cotidianos da forma a su vida y a una forma de vivirla. Situar la atención en fragmentos de la vida cotidiana es situar la mirada y escu- cha, siguiendo a Berger & Luckmann (1967) en la “realidad por excelencia”, es decir, en aquella que subjetiva e intersubjetivamente es vivenciada como aquello que “real- mente nos sucede”. En palabras de dichos autores “La realidad de la vida cotidiana se da por establecida como realidad. No requiere verificaciones adicionales sobre su sola presencia y más allá de ella. Está ahí, sencillamente, como facticidad evidente de por sí e imperiosa. Sé que es real” (p. 39). En otros términos, la vida cotidiana delimita el ámbito que es nombrado y significado por los propios sujetos como su “mundo próximo” (Heller, 1970), siendo por tanto el espacio y tiempo concreto en el que se define la forma y el modo de vida (Lechner, 1990). Estar situados en la vida cotidiana es estar sumidos en presunciones (Schutz & Luckmann, 2009), siendo una de ellas la del mundo existente. Los sujetos so-

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