Vidas cotidianas en emergencia: territorio, habitantes y prácticas

“El derecho de ser lo que se es” – 149 de La Legua o extranjeros. Un informe que vuelve sobre temas importantes, pero que ya han sido tratados en muchos de los cientos de diagnósticos realizados a nues- tra población y en ese sentido no reviste mayor novedad. Para nosotros, lo novedoso de este informe no radica tanto en el contenido, como tampoco en la forma, para nosotros lo novedoso de este informe, y de ahí su mayor relevancia, tiene que ver con quién dice lo que aquí se dice. No es lo mismo que esto lo diga cualquiera de nosotros a que lo diga el INDH. Muchas veces hemos intentado preguntarnos sobre la intervención y denunciar sus “abusos”, sus sombras, sus silenciamientos, sus violencias, etc., preguntas y de- nuncias que han quedado omitidas, silenciadas o señaladas en el mejor de los casos como sesgadas, incompletas, antojadizas o falsas. Este informe permite que estas preguntas y denuncias vuelvan a instalarse, y hace que negarlas sea hoy un ejercicio más complejo para quienes diseñan, ejecutan y justifican sin condición el proceso de intervención. Porque esta vez es el Estado señalando al Estado. 2) Sobre formas y tipos de violencias La principal distancia que tenemos con respecto a este informe, es que instala for- mas de violencia tan diferentes como la falta de acceso a la salud, la violencia de género, de las armas y la ejercida por agentes del Estado en un mismo lugar y nivel. El problema con esta mirada es que se termina presentando a La Legua como un terri- torio crítico, un lugar sumergido en una infinitud de formas de violencias que hacen ver a la población como un todo inhabitable. Así como se señala de “terrorista” a quien se pretende perseguir y eliminar, se habla de un territorio crítico cuando se le quiere transformar. Mostrar a un sector como un lugar peligroso, violento, crítico, es presentarlo como un lugar que en nombre de la paz, del derecho o de los buenos ciu- dadanos es necesario intervenir, entregando carta blanca a los gobiernos para operar y desplegar sin miramientos toda la fuerza que consideren necesaria para “enfrentar dicha situación crítica”. Sin embargo se está omitiendo el hecho de que intervenir un territorio para modificar las prácticas de sus habitantes es un acto de violencia en sí mismo, un atro- pello, en tanto se pretende imponer una forma de vida distinta a fuerza de represión y regalías. Bien saben las comunidades en lucha o el pueblo nación mapuche lo que sucede cuando en nombre de la paz el estado interviene sus comunidades. Nos parece que para pensar la relación particular entre violencias y derechos humanos en La Legua es necesario no perder el contexto, es decir, no perder de vista que estamos hablando de un territorio intervenido por el Estado, que esa es su particularidad y que desde ahí habría que distinguir las formas de violencia. En este informe identificamos a lo menos tres niveles:

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