Vidas cotidianas en emergencia: territorio, habitantes y prácticas

Vidas cotidianas intervenidas: relación del Estado con las formas de vida en la población La Legua – 135 veníamos visualizando en ella la peculiaridad de la presencia arbitraria o ajena de las acciones del Estado a esa forma de vida (Agamben, 2003). Para implementar esta propuesta acordamos organizar un espacio que quisimos llamar zona de trabajo , en este caso, el espacio en el que universidad y actores locales se encontraban para hacer proceso y dialogar sobre el proyecto. Esto era: no solo pensar la emergencia de una vida signada por la intervención territorial, sino tam- bién rastrear sus formas más nimias, más calladas y menos espectaculares: el cami- nar, el pasear, usar una plaza, hacer las compras en la feria, entre muchas otras formas de dar uso a los espacios, que condensaban lo que en ese lugar podía ser lo cotidiano. En ese sentido, investigar una forma de vida tensionada por un proceso de in- tervención sistemático del Estado nos llamaba a trazar dos niveles de abordaje: un nivel estratégico (que ya revisamos en el capítulo anterior) y otro nivel táctico. Si en el primer nivel nos centramos en explorar las formas en que un “afuera” organizaba el territorio, asignaba lugares a sus habitantes y ponía en marcha modalidades de acción y de habla permitidas y prohibidas, es decir, instituyendo un territorio desde fuera (De Certeau, 1999), en este segundo nivel se apuntaba a visualizar todo aque- llo que podía pasar a través de estas cuadrículas y a pesar de ellas. Siguiendo a De Certeau (1999), la dimensión de lo táctico asume la forma de prácticas contingentes, prácticas que no pueden ser planificadas de antemano por- que las condiciones de su particular emergencia han sido definidas por otro. Es de- cir, el campo de juego, donde es posible hablar de tácticas, es un espacio que ha sido configurado por dispositivos que hacen del campo de acción un lugar expropiado o bien, donde el dominio no es propio. Las tácticas puede comprenderse más bien a partir de la figura de las maniobras, es decir, se pueden hacer visibles como ma- niobras ocasionales que sortean la dominación, una forma de resistencia más obli- cua que dirigida. En el orden de las improvisaciones emergentes, estas maniobras irrumpen en el campo delimitado por otro. Si es posible identificar algún provecho minoritario, este no es de grandes hazañas pero si es del orden del molestar, retrasar, hacer pasar malos ratos. La dimensión de lo táctico hablaría de esas acciones que se resisten silenciosamente a un ordenamiento impuesto, produciendo otras espacia- lidades y recovecos. Ese orden de astucia obliga a considerar minuciosamente las prácticas cotidianas, y rescatar ahí el ejercicio de un movimiento que se ajusta a la situación, que elige sus actos en función de una cierta temporalidad o circunstancia. Nuestro planteamiento investigativo se emplazó a través de un cuestionamiento a las formas tradicionales del oficio de investigar, caracterizado, por un lado, por una cientificidad que intenta, de manera unidireccional, descriptiva y segmentadora, de- finir un fenómeno social; mientras que por otro, por la utilización de dispositivos metodológicos que estipulan una estricta separación y jerarquía entre investigador y el sujeto/objeto investigado. Es así cómo propusimos una forma de trabajo dentro

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