Dossier N°7 del programa de Estudios Comunitarios Latinoamericanos de la Universidad de Chile: COVID-19, feminismo decolonial y revueltas populares

V ALENZUELA -C ONTRERAS , C. M UJERES , DIVERSIDADES SEXUALES Y DE GÉNERO ANTE LA CRISIS POR COVID: A PORTES DECOLONIALES Y FEMINISTAS En otra cara de la misma moneda, la pandemia ha tenido efectos abrumadores sobre los derechos sexuales y reproductivos. Según encuesta desarrollada por corporación Miles (Miles, 2020), un 76% de las mujeres vio limitado su acceso a salud sexual y reproductiva, un 85% de quiénes necesitaron realizarse un PAP no pudieron hacerlo, un 16% vio limitado el acceso al examen VIH y la escasez de misoprostol ha agudizado la percepción de miedo e impuesto barreras al ejercicio de la interrupción voluntaria del embarazo. Los impactos involucrados en el aumento de los casos de embarazo adolescente y las barreras de acceso a métodos de planificación familiar, sólo magnifican este delicado escenario. La crisis del COVID-19 vino a agravar esta realidad que parecía estar controlándose según la evolución de la tasa de embarazos de los últimos 10 años (MINSAL, 2020). Los últimos casos conocidos de fallas en composición de píldoras anticonceptivas, sólo vuelven macabro el dato que toma forma de tragedia ante la falta de respuesta del Estado por los eventuales embarazos. El otro coletazo (el daño psíquico irreparable), es un pariente innombrado en los discursos oficiales. En lo que respecta a impactos en el mercado del trabajo, estimaciones de encuestas nacionales (Centro de Políticas Públicas, 2020) puntualizan que la crisis económica empeorada por la pandemia ha hecho retroceder en 10 años los avances que se habían obtenido en participación laboral femenina. A este frágil escenario se suma el deterioro de la calidad de vida de las mujeres, las que históricamente en situaciones de crisis asumen una mayor carga de cuidados y trabajo doméstico. La primera encuesta de valorización del trabajo doméstico no remunerado en Chile (Comunidad Mujer, 2020) cruzando indicadores de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT), la encuesta de caracterización socioeconómica CASEN y el PIB determinó que la contribución del trabajo doméstico y de cuidados equivaldría al 22% del PIB ampliado anual, representando la mayor contribución por sobre todas las demás actividades económicas. Si esta realidad ya era indiscutible los años anteriores a la pandemia, hoy se ha vuelto extremadamente difícil de revertir. La agudización del racismo estructural (manifestado como violencia misógena hacia indígenas y afrodescendientes) se ha acrecentado durante la pandemia, haciendo más insostenible la vida para estos colectivos. La violencia racista se manifiesta especialmente en la explotación laboral y sexual de los cuerpos negros, cuestión que se manifiesta crudamente en el trabajo doméstico mal remunerado, la explotación sexual y la precarización de la vida familiar en entornos inseguros y donde priman otras manifestaciones de la violencia (Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres, 2020). Un ámbito de especial sensibilidad es la situación de violencia y victimización de género por motivos de confinamiento o sobreexposición de mujeres en cargos o roles feminizados relacionados con la pandemia. La red chilena contra la violencia hacia las mujeres, a lo largo de un trabajo extenso y persistente, ha problematizado diversas formas de violencia que impactan sobre las mujeres, sus vidas y sus cuerpos (Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres, 2020). En lo que respecta al impacto del COVID-19, el informe pone de manifiesto las múltiples estructuras de 24

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=