Ecos de la Revolución Pingüina: avances, debates y silencios en la reforma educacional

H ARALD B EYER • C AROLINA V ELASCO 184 educados en establecimientos particulares subvencionados no tengan resultados demasiado distintos, sugiere que buscar en la forma particular en la que se organiza la educación pública una de las claves para elevar la calidad de la educación puede ser equivocado. Si las razones del bajo desempeño de la edu- cación particular subvencionada fuesen de una naturaleza diferente, podría in- sistirse en la dependencia municipal como una causa importante de los logros insuficientes de los establecimientos públicos. Sin embargo, como se verá más adelante, existe una falta de capacidades instaladas que afecta a todo el sistema escolar y que, en el caso del sector municipal, se da con mayor fuerza debido a los mayores obstáculos que el marco regulatorio, entre otros, le genera. En particular, la insatisfacción con la educación municipal se relaciona, además de sus magros desempeños, con su estatus actual y la disminución de su peso en la oferta educativa. Todos ellos son aspectos que vale la pena debatir aun- que, como se mencionara anteriormente, no estén del todo conectados con la búsqueda de una educación de calidad y equidad. Su discusión y eventual so- lución son convenientes puesto que permiten ir despejando puntos pendientes y así avanzar decididamente en la búsqueda de una educación de más calidad y equidad. Además, porque la discusión de la educación pública se entremezcla con la realidad financiera de los municipios que es, en general, deficitaria en asuntos educacionales. En este último punto vale la pena mencionar que, ni las razones fundamentales de dicha realidad ni las soluciones más adecuadas, son evidentes una vez que se revisa la evidencia. Si bien hemos señalado que la calidad y equidad de la educación pueden pensarse de manera independiente de la naturaleza de los proveedores educa- tivos, hay algunas particularidades de la educación pública que es importante relevar y que obligan a pensar en la conveniencia de ponerle atención y hacerla viable, más allá de las decisiones de familias que –actuando en libertad– de- ciden el establecimiento educativo más apropiado para sus hijos. Entre estas destacan su laicidad, su gratuidad y quizás más importantemente su man- dato de aceptar a todos los estudiantes sin distinción (exceptuando aquellos casos donde la selección se permite por desempeño académico previo de los estudiantes). No es que los establecimientos particulares subvencionados sean particularmente selectivos, aunque esto es motivo de controversia, o religiosos, aunque hay varios de estas características, pero la educación pública es al final del día una de esas invenciones de la prudencia que otorga garantías al respec- to. Asimismo, si bien no son todos, la mayoría de los establecimientos parti- culares subvencionados ha elegido una estrategia –el cobro de financiamiento compartido– que indudablemente hace que su despliegue en el territorio no sea aleatorio sino que condicionado a la posibilidad de cobro. Ello lleva a que en algunas zonas, en un país que tiene un nivel importante de segregación

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