Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

304 de los piratas y la proliferación de distintas banderas. 229 Recordemos que Bello vio con horror los bloqueos chilenos a puertos peruanos durante la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana 230 (una más de las guerras entre hablantes de una misma lengua, algo así como un fraticidio). Se trataba de un retroceso, de despertar al monstruo marino. Bello expone en sus Principios de Derecho de Gentes toda la posible normalización del mar, todas aquellas viejas reglas u observa- ciones de autores tales como Grocio, donde el mar deja de ser hostil a la paz; 231 se ocupa de la neutralidad en el comercio por mar durante 229 Precisamente, cuando se produce la “total decadencia de la autoridad de Espa- ña” en sus dominios de América, se levantan “multitud de nuevas banderas” y surgen en sus mares “gran número de piratas y de filibusteros que entorpecen el comercio de los súbditos de S. M., insultando, con actos de barbarie, el pabellón británico”. Villanueva (s.a., p. 168 ). La descripción que hacía la obra de historia diplomática de Villanueva, precisamente hacía hincapié en cómo el memorán- dum de Su Majestad ilustraba la caída de un imperio: proliferación de diversas banderas y mares inseguros. 230 Pero Bello no dudó en aportillar a Santa Cruz. A propósito del bloqueo que este hacía contra “las cosas inanimadas” originadas en Chile, Bello escribe: “Entre los delirios de la omnipotencia del general Santa Cruz, entra el cortar toda es- pecie de comunicaciones de los negociantes neutrales, no por los medios que autoriza el derecho respecto de ciertos y determinados puntos y en ciertos y determinados casos, sino por medio de una providencia absoluta y arbitraria; por medio de un doble bloqueo que abraza las costas de Chile, Bolivia y el Perú; por medio de un bloqueo, que es verdaderamente, no contra el enemigo, sino contra los súbditos propios, y contra los pueblos neutrales; por medio de un bloqueo, que solo puede existir en la política y en los principios del gabinete protectoral, cuyo derecho internacional está reducido, como el derecho inte- rior, a los infantiles caprichos y veleidades del jefe de la Confederación”. “Con- ducta observada por Chile con los neutrales en la guerra con la Confederación Perú-Boliviana”, en Bello (Vol. X, pp. 632 - 3 ). 231 Incluso, en su Filosofía del entendimiento , a propósito de la asociación de ideas como origen del lenguaje, Bello reflexiona: “Un objeto nos trae a la memoria otros objetos semejantes. Viendo un lago, me ocurre la idea del mar; pensando en un combate, se pasa naturalmente a pensar en otros hechos de armas. Sucede también que si dos o más percepciones o ideas han estado unidas en nuestra mente, una de ellas nos renueva las otras. El mar, por ejemplo, me hace pen- sar en las naves; las naves, en el comercio; el comercio me sugiere la idea de la Inglaterra; la Inglaterra me recuerda Nelson; Nelson, la batalla de Trafalgar; la batalla de Trafalgar, a la España, y así sucesivamente. No hay percepción, no hay recuerdo ni imaginación, que no despierte un tropel de ideas encadenadas, ora por el vínculo de semejanza, ora por el de simultaneidad; pero entre todas, sólo prestamos atención a las que más nos importan por la relación que tienen con nuestras necesidades, nuestras pasiones, nuestros estudios, nuestros gustos. El mar, por ejemplo, sugiere mil ideas diversas que se le asemejan, con las cuales ha coexistido en nuestro espíritu; y de éstas el filósofo se fijará tal vez las causas de flujo y reflujo; el hombre religioso y contemplativo en la grandeza de las obras del Criador, entre las cuales el mar es una de las más señaladas a nuestros ojos; quien recordaría una batalla naval, quien un naufragio; un comerciante hará memoria de las expediciones que ha despachado a ultramar, y una madre pensará en el

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