Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

No es que Bello haya intentado una lengua para la construcción de la nación. La construcción de la nación es una parte muy lateral de los trabajos de Bello. Bello como legislador, como jurista, como funcionario, lo que construye es un Estado, no una nación. Bello tiene poco que decir respecto de tal cosa como la nación. 225 Es demasiado neoclásico para esmerarse en construir, además, una nación tan ajena como lo es Chile al principio. Chile es su centro de operaciones para robustecer la gran patria americana. Pero —y he aquí un punto muy significativo— la unidad de lengua no es solo cosa de estrategia geopolítica. Dice además relación con el hecho de que ella es coherente con la vocación ontológica de una lengua, cualquiera sea. El papel que otorga Bello a la unidad o, para ser más estrictos, a la asociatividad es tan grande que alcanza dimen- siones profundísimas. A propósito de la sugestión de los recuerdos, Bello sostiene que en buena parte es la asociatividad la que está a la base de una lengua o idioma. Esto habla de la extensión interna de la lengua sobre sí misma, de su capacidad para enlazarse hasta alcanzar el estatus de la lengua, esa colección de lo que comúnmente se dice y se espera que se diga. 226 Bien lo sabía Pedro Lira Urquieta, que sobre las obras gramáticas de Bello dijo que “no habían sido compuestas exclusivamente en provecho de Chile”. 227 específicos que Foucault no tocó pero que caben, digamos, bajo su férula, se dilu- ye la densidad y diferencia del material que se está tratando. En el caso de Bello, si bien el planteamiento de Moré describe muy bien, en términos foucaultianos, cuál fue la operatoria de disciplinamiento emprendida por Bello, hay aspectos que se escapan a la vista. Esos aspectos —hay que reconocerlo— no harían dis- tintas las conclusiones. 225 A menudo Bello, al momento de referirse a la “nación”, parece un romántico a lo Von Savigny. Se trata de un concepto de “nación” como un acervo de pies forza- dos que la Ilustración y el Estado deben saber intervenir. 226 “La influencia [escribe Bello] de estas dos causas de asociación se muestra a las claras en todos los sistemas de signo y particularmente en el habla. Un B recuerda a su semejante A; éste nos recuerda su nombre, cuya idea ha coexistido con la del objeto A en el alma; aplicamos entonces aquel nombre al objeto B; sucede lo mismo con los objetos C, D, E, que contemplamos sucesivamente; y en virtud de las semejanzas observadas entre ellos y de las leyes de asociación de la memoria, el nombre del individuo A viene a ser una denominación general que los com- prende a todos. De este modo se forma la clasificación nominal de los objetos, base de los sistemas significativos que llamamos idiomas o lenguas ” . Filosofía del entendimiento , en Bello (Vol. III, p. 316 ). 227 Lira Urquieta ( 1948 , p. 159 ). 302

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