Estéticas menores

111.LA PIEL QUE HABITO denominar «anterior», los primeros ímpetus de esta línea de pensamiento se ubican en la constelación modernista: la Semana de Arte Moderno de 1922 (Tarsila de Amaral, Anita Malfatti. Heitor Vila-Lobos), los manifiestos de vanguardia (el Manifesto da Poesía Pau Brasil y el Manifesto Antrop6fago) y las obras literarias de Oswald y Mário de Andrade 2 • Haciendo un salto algo brusco. el punto siguiente de dicho itinerario sería. sin dudas. la coyuntura de fines de los sesenta y principios de los setenta, marcada por los efectos políticos que el golpe militar de 1964 tiene sobre el campo de la cultura. dos de cuyos intérpretes marcan el mundo de la crítica: el mismo Schwarz y Silviano Santiagoª. La originalidad de ambos. para Brasil y para América Latina, ha consistido en sus particulares e interesadas operaciones de lectura de tradiciones hasta entonces poco difundidas o derechamente desconocidas. Marxismo frankfurtiano y deconstrucción se modulan. así. como alternativas para interrogar prácticas y obras que no son ni exclusivamente literarias ni. tampoco. únicamente brasileñas. Se trata de una práctica crítica recurrente en la historia intelectual latinoamericana. azuzada por urgencias que suspenden las demarcaciones disciplinares estrictas y privilegian intervenciones marcadas por el fenómeno cultural en sentido amplio; de ahí que se expliquen los nexos tendidos entre estos críticos y otros pares suyos en Hispanoamérica. como Antonio Cornejo Polar, Ángel Rama, Marta Traba o Beatriz Sarlo. En ese espíritu de laxitud curiosa. quisiera ofrecer una mirada sobre algunas piezas del artista visual Sebastián Calfuqueo Aliste 4 (Santiago, 1991) movilizando algunos de estos aportes teóricos. con el objetivo de revisitar esta inquietud de la dialéctica original/copia en la cultura latinoamericana y sus proyectos identitarios. Creo que del análisis de obras particulares -situadas en un contexto nacional bien distinto del brasileño- pueden emerger perspectivas que esclarezcan los contornos de nuestra contemporaneidad. No se trata de afirmar la continuidad irrestricta entre una experiencia cultural y otra, sino de 236 apostar por las resonancias de la teoría situada en el sur

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