Estéticas menores

Una poética del entre medio: sobre Casa Roshell de Camila Donoso Nelly Richard Suprimir la distancia, nublar la vista Los espacios cerrados -restados de todo contacto con el afuera por algún trazado que los delimita y aparta del entorno- sirven de refugio (sentirse a salvo: protegidos) y, también, de escondite (esconder algo, ocultarse de la vista de los demás). El espacio cerrado de la Casa Roshell se ofrece como refugio y escondite para quienes desean incursionar en el arte del transformismo ocupando el paréntesis de un espacio-tiempo reservado. fuera del alcance público. El club Roshell funciona con los códigos secretos de un espacio bajo reserva y protección: así lo demuestran las cámaras de vigilancia a la entrada del club que consignan el ingreso de los clientes que llegan por invitación. Toda la película de Camila Donoso transcurre en el espacio cerrado del club que se auto-defiende de la hostilidad del mundo exterior donde los travestís de la calle son víctimas habituales de la discriminación sexual. Si bien el ojo de la cámara de Casa Roshell se sumerge de pleno en la oscuridad del club travestí que se protege hacia adentro del afuera hostil de la ciudad, la cita visual de las pantallas de ingreso cuyas cámaras de vigilancia controlan las identidades reaparece fugazmente en algunos recuadros de la película como recordatorio del afuera diurno (la vista de la calle desierta en donde se ubica el club Roshell en México DF'} que acecha a los travestís como una amenaza siempre latente cuando estos regresan crudamente al mundo exterior. El club Roshell usa la magia de la noche como envoltura para conjurar la amenaza del exterior cuya luz directa acusa y persigue cualquier intento de simular– disimular: la mujer falsa, la doble vida («Yo tengo una vida pública afuera pero esta es mi vida secreta»), las 169 actuaciones en falso. El arte del transformismo aprovecha

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