La intensidad del acontecimiento: escrituras y relatos en torno a la performance en Chile

La intensidad del acontecimiento. 50 trabajos que ensayan reflexionar visualmente los órdenes anónimos que traman las existencias de los individuos. Pues bien, no es especialmente esta relación la que me interesa desarrollar aquí, sino la relación misma entre performance y política, lo que implica, por cierto, poner en cuestión la evidencia de una tal relación. Me interesa conducir la reflexión sobre la performance hasta donde sus límites anuncian tornarse indiscernibles respecto a la expresión política sin más, y en donde el poder del cuerpo como presencia se debe precisamente al espacio de la representación. Asistimos en la cotidianeidad de los espacios urbanos o en lo “excepcional” presentado por los medios de comunicación, a hechos en los que el cuerpo es sometido a situaciones, en las que se hace manifiesta la fragilidad material de la existencia humana, allí en donde emerge el cuerpo del cuerpo . El cuerpo como esa anónima gravedad partir de la cual se han construido los rituales del sentido, se diseñan las formas sociales de lo cotidiano y se proyectan las tareas de la razón. En determinadas circunstancias la sola imagen del cuerpo puede llegar a provocar expectativas de un orden otro que el de la representación. En los Juegos Olímpicos de Beijing (2008), el pesista húngaro Janos Baranyai se dislocó el codo cuando intentaba levantar 148 kilos en la modalidad de “arrancada de halterofilia. En las imágenes resulta tan impresionante la lesión del atleta como la manera en que el cuerpo de Baranyai es ocultado a las cámaras y al público en general. La fatalidad de la materia acontece como una herida en la gloriosa representación del cuerpo olímpico. En otro contexto, Marsha Gall ha propuesto de manera extrema considerar como “performers” determinadas expresiones corporales que acontecen en el espacio público, las que van desde las movilizaciones de las Madres de Plaza de Mayo en Argentina hasta los kamikaze. ¿Podemos pensar un límite para este entusiasmo por los rendimientos emancipadores del cuerpo que miden su eficacia alterando a la imaginación? Recuerdo hace muchos años, en la Universidad Católica de Santiago, haber visto al poeta Raúl Zurita retroceder espantado ante la pregunta de una estudiante que sometía a su juicio la posibilidad de considerar el suicidio de Salvador Allende en La Moneda como un “acto poético”.

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