Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada

96 tonomía relativa”, esas otras grandes fórmulas asociadas a las palabras “revolución”, “promesa”, “utopía”, “hombre nuevo“, etcétera. Todo un lé- xico y una gramática que exige de nosotras una posición. Pensando en las prácticas del arte crí- tico, pero también en tu participación en los de- bates en curso en la izquierda chilena, diría que tu posición no es fácil de glosar. Nelly Richard : El concepto de “autonomía re- lativa” que se debate en los textos recientes que estamos mencionando se ubica en un presente donde el arte siente como peligro el fundirse en el campo expandido de la cultura y el con-fun- dirse con la estetización difusa de los modos de vida que proliferan en ella. Ahí cobra sentido la incómoda tensión entre la autonomía del signo artístico por un lado y, por otro, la dispersión de lo visual en el paisaje de la imagen-mercancía que celebra acríticamente la cultura del diseño y la publicidad. Me resulta algo complicado que nos traslademos tan bruscamente de este extro- vertido presente mediático en el que le resulta difícil a la estética contemporánea desmarcarse de los brillos de la cultura-entretención al trau- ma histórico del pasado oscuro y reprimido de la Avanzada bajo dictadura militar en Chile 2 . Para que haya “autonomía relativa”, tiene que haber 2 Dice Sergio Rojas: “Virilio sanciona ahora lo que sería el fin del arte representativo y su sustitución por un arte presentativo…. El acontecimiento que la obra supuestamente “presenta” se opo- ne a la obra misma como acontecimiento. Pero esto supone, al mismo tiempo, que la realidad se ha hecho acontecimiento y que éste –el acontecimiento- se ha espectacularizado. Y entonces el arte y la realidad se vuelven a encontrar ahora en el espectáculo, cuando la frontera entre representación y presentación se ha tor- nado absolutamente incierta. Pero en el contexto de emergencia de la Avanzada, “espectáculo” es precisamente lo que no hay: acontecimientos sin presencia, porque de los acontecimientos, de lo terrible, sólo “se sabe”, de oídas”. Véase, Sergio Rojas, “Arte y acontecimiento: lo imposible en el arte”, Revista de Crítica Cultural , N ° 28, Santiago de Chile, 2004, p. 47. “Aparentemente, la apuesta (de M & I) podría consistir en sustituir la totalización sociológica por una suerte de hermenéutica de lo sin- tomático , Nietzsche mediante. En parte, creo que NR apunta en esta dirección. Entender la obra como resistencia es también entenderla como síntoma, vale decir, como el signo visible de una tensión irre- suelta… Parece necesario desa- rrollar una lectura corporal de un universo expresivo que se quiere corporal, una sustitución del aná- lisis de funciones y roles por otro de las acciones, y una combinación del análisis de contenidos con uno de materiales y procesos. En lugar de totalización, genealogía. En lu- gar de taxonomía, reconstrucción de una somatología. Hasta aquí coincido con la actitud que trasun- ta el libro de NR. ¡Pero cuidado! … Ignoro si la Escena de Avanzada tiene la pretensión de constituirse en vanguardia estética, portadora de una verdad –o de un estilo– que se supone aun no revelada para el resto de la comunidad; ignoro si se ve a sí misma como embrión fragmentario de un futuro redentor. Contra esta pretensión –omnibu- lante, reproductora de las matrices que rigen la “modernidad”– habría que oponer una exacerbada crítica frente a la propia práctica”. Martín Hopenhayn, Márgenes e Insti- tuciones , Santiago, Metales Pesados, 2014, pp. 197-198. Arte, crítica y política. 2013

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