Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada

72 y la exuberancia de los sentidos con extremo rigor conceptual. No sé, te diría que Leppe era un tipo que ponía día a día en ejercicio una fas- cinante inteligencia de los signos. FG : ¿Y qué otras cosas te interesaban en aquella época? NR : Bueno, también fue para mí interesante participar en el Taller de Crítica Literaria que dirigía Martín Cerda en la Universidad Cató- lica. Ahí conocí a Adriana Valdés y a Carmen Foxley, revisábamos textos de teoría literaria. Cerda poseía una cultura ensayística muy vas- ta y tenía una enorme sutileza crítica. El Taller incluía lecturas sobre el estructuralismo, funda- mentalmente sobre Barthes, que es un autor al que hasta el día de hoy sigo admirando de una manera muy especial. FG : ¿Hasta qué año duró ese taller? NR : No, también dos años, hasta septiembre del 73. Y sólo después del 75, debido funda- mentalmente a mi amistad con Leppe, me vi envuelta finalmente en las redes de las artes visuales. No contaba con ninguna preparación. Dos años después, en el 77, conocí a Carlos Altamirano, quien también fue un amigo muy próximo, y también por esa época empezamos a acercarnos a Dittborn, cuya brillantez analítica me sedujo desde un comienzo. Solíamos jun- tarnos con Kay, con Catalina Parra, hasta que en el 80’ Leppe y Dittborn exponen en Galería Sur. En ese momento Kay publica Del espacio de acá y yo, Cuerpo correccional . En medio de todo ese período, nos conocimos también con Raúl Zurita y con Diamela Eltit. Diamela tenía ya por entonces una enorme pasión creativa, una pasión que hace que me sienta orgullosa de ha- “Bajo Dictadura, llegó M & I de N.R., documento de época desde el cual se asignará retrospectiva- mente el título de Escena de Avan- zada al conjunto de estas prácticas experimentales y heterogéneas. Y, sin embargo, ¿qué fue realmente la Avanzada? Valiéndonos de una vieja expresión de Lefort, podría- mos decir: “un objeto sin significa- ción última”, esto es, una tela de araña imprecisa entre cuyas redes se rotaron el CADA, la triada Ditt- born-Parra-Kay, Leppe y Altamira- no, una parte del Taller de Artes Visuales y hasta lateralmente la obra de Gonzalo Díaz. Algunos ya no quieren reconocerse en ella y tienen razón, otros no saben si for- maron parte, la escena misma no está segura de aquello en lo que consistió”. Federico Galende, Filtraciones. Conver- saciones sobre el arte en Chile (1960- 2000) , Santiago, Alquimia Ediciones, 2019, p. 14. “Por las dudas, no lo discutamos ahora”, 2007

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