Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada

10 quedarán inscritas en cualquier “hoja en blanco” como remanente espectral) con lo nuevo (lo que se encuentra en proceso de auto-constitución). Es cierto que la radicalidad y explosividad del “ahora” podrían volver superflua o bien irrisoria la voluntad de querer retomar este debate sobre arte, crítica, política, memoria y archivos. Sin embargo, pienso que no todos los ritmos y frecuencias que modulan nuestras vidas y nuestras mentes tienen que ser concordantes entre sí. Junto con dejarse inquietar por las fuerzas vivas de un acontecer político y social que no da tregua, es posible demorarse (tardarse en interrogar formas y conceptos, ocupando la pausa y el intervalo como tiempo en suspenso) para analizar las variaciones del sentido: la relación –múltiple, estratificada– entre transformación social e invención de lenguajes, entre derrumbe de las instituciones y generación de escenarios alternativos, entre experimentaciones micro-políticas y figuraciones expresivas de los imaginarios del cambio. La Escena de Avanzada y su agitada memoria artística y política de los tiempos de la dictadura no son ajenas al tema de cómo conjugar el tajante rechazo a las dominaciones de poder con la creación de utopías en acto que, a cargo de subjetividades desobedientes, reformulen el mapa de los posibles. Enel textoescritopara surecienteexposición “ Notizen ” (noviembre 2019), Gonzalo Díaz alude al dilema de los tiempos y modos entre, por un lado, la concentración y el recogimiento del arte y, por otro, las urgencias y el paroxismo de la calle: “Hay algo, sin embargo, a lo que no podría dejar de referirme. Esos ruidos rítmicos y metálicos de ollas, sartenes y cacerolas que se armonizan y contrapuntean con bocinas y sirenas de distinto timbre e intensidad, que se Presentación

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=