Cuerpos de la memoria: sobre los monumentos a Schneider y Allende

7 materiales industriales y un talante simbólico de homenaje que incluye la producción de una espacialidad que se acerca más a la denominación de memorial, mientras el caso del Monumento a Salvador Allende manifiesta la urgencia de corporizar una imagen en el espacio público. De esta forma advertimos que a partir de la comparación entre ambos sería posible preguntarse por su relevancia, tanto para la política como para la propia historia de la escultura, y la respuesta a esa pregunta estaría necesariamente vinculada con la posibilidad de que un acontecimiento político/institucional pueda materializarse simbólicamente mediante el monumento. Intuimos que era posible la identificación de las condiciones contextuales que determinaron su construcción, y que la búsqueda de antecedentes nos permitiría analizar la serie de decisiones estéticas, políticas, sociales, simbólicas, urbanísticas y técnicas que vinieron a dar forma a lo que hoy es parte del paisaje de la ciudad, en tanto dispositivos de la historia e instrumentos de la memoria colectiva. En definitiva, la distancia temporal que separa a los monumentos (y nuestra propia distancia hacia los acontecimientos que les da origen) se hacía imprescindible para comprobar su situación, y verificar si era posible hablar de un potencial “adelgazamiento del coeficiente utópico”, donde la construcción del Monumento a Schneider podría constituirse en la corporización de una voluntad de anticipación a otro tiempo , en un contexto genuinamente político y social. En contraposición, el Monumento a Allende se erigiría a partir de la necesidad de un ajuste de cuentas con la historia , constituyendo el cierre de un capítulo mediante la instalación de un monumento en un espacio institucionalizado y normado, como la Plaza de la Constitución. En el transcurso de esta investigación su rendimiento terminaría por verificar el itinerario de la disciplina escultórica entre ambos momentos, donde necesariamente las condiciones del campo, especialmente en lo referido al espacio público, estarían determinadas por la estructura de relaciones devenidas del acontecer político. En ese sentido podemos afirmar que la escultura nunca deja de ser política, o para ser más precisos, no deja de ser un efecto y un producto de esa política. Presentación

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