Estética de la intemperie: lecturas y acción en el espacio público

33 reconciliar esas fracturas originadas por la desigualdad silenciosa de urbanistas mezquinos y esquemáticos, las anuencias usureras de economistas irredentos y las leyes parciales de políticos codiciosos. Al interior de los flujos, por encima de las redes y las corporaciones circulan en resistencia y complicidad diferentes identidades urbanas, que a través de los usos y las ficciones construyen otra ciudad, ni mejor ni peor, sino paralela, emplazada en un suelo de transacciones múltiples de códigos, fiestas, servicios y carencias. En su convivencia mezclan viaje y trayecto (trabajo y cultura), celebran la modernización y el consumo y a su vez, con la protesta provocan la congestión y el atraso, convocando una memoria proscrita. Aquí los tiempos son disímiles y no sólo se subordinan a las exigencias globalizadoras, al contrario se expanden y cubren faenas de intimidad, sexo y comida que exceden la moral de la transición y al mismo tiempo la cumplen, liberan energías más allá del disciplinamiento laboral y a su vez lo mantienen. Al definir el imaginario social de la urbe se puede identificar a Santiago como un territorio trazado por los efectos de la catástrofe –siempre unida al descalabro natural y la violencia política- y lamodernización –siempre en proceso e inconclusa-. De esta forma, la subjetividad urbana se construye con elementos dispares y antagónicos. El tiempo de la ciudad es múltiple y discontinuo y los relatos se multiplican más allá de la hegemonía comunicacional del neoliberalismo. ¿Cómo vivir juntos si la geografía física delata las asimetrías diarias de una población autodisciplinada y hedonista? Existe una incapacidad de vivir juntos en el mismo tiempo, y a su vez, no es posible estar separados del ritmo incandescente de una ciudad que necesita la producción de ese acto para no sucumbir a la certeza de ser una comunidad inoperante. El modelo económico se convierte en una lengua predictiva e infalible que arrasa con lo inesperado. La tensión entre lo que debe volver de la historia Carlos Ossa

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