Estética de la intemperie: lecturas y acción en el espacio público

17 Universus Interitus Según señala Sennett en su ya clásico Carne y Piedra , los romanos instalaban en el centro de la urbe el mundus , un lugar dedicado a los dioses de la oscuridad, de lo profundo de la tierra. Para comprender el problema que vincula esta necesidad romana debemos recordar el modo en que el numen se fue institucionalizando en divinidades, en dicha sociedad y la implicancia que tiene esto para los romanos. ‘El numen , fuerza o voluntad, residía en todas partes o, mejor dicho, se manifestaba en todo lugar por medio de una acción. Lo único que se sabe de esta fuerza es que es capaz de obrar, pero su manera de actuar es indeterminada. En el reino del espíritu, cuya característica es la acción, el hombre es un intruso. ¿Cómo podrá mitigar el pavor que siente y cómo conseguirá que el numen realice el acto requerido, logrando para sí la paz de los dioses? Lo más urgente es“fijar”esta fuerza vaga de una manera aceptable para ella, limitando o dirigiendo su acción a algún fin vital del hombre. Se pensaba que al dar un nombre a su manifestación en los fenómenos concretos, se definía lo que era vago, y, por decirlo así, se encausaba su energía hacia el fin deseado’ . 2 La unidad profunda entre esta incapacidad de controlar el curso de los acontecimientos implicaba para los romanos la necesidad de poner en escena el orden del mundo, aquello que llamaron teatrum mundi. La búsqueda de un orden que permitiera superar la triste condición humana de inestabilidad es algo difícilmente comprensible para aquellos que vivimos en la época de la ciencia e influidos por la modernidad. Como lo señalaron Adorno y Horkheimer, la sagacidad contenida en la imagen heroica de Odiseo es el paradigma sobre el que se construyó la idea de ilustración 3 . Este conocimiento que es capaz de burlar con ingenio los grandes dilemas a los que se enfrenta, es algo ajeno a la posibilidad de la subsistencia colectiva que los romanos le atribuían a su ciudad. Para los hijos de la ciencia, el poder humano es capaz de dar más seguridad que cualquier fantasía oracular o mágica. 2 Barrow, R.H. Los Romanos. FCE. México, 1950. Pág 16. 3 Véase Adorno, T. y Horkheimer, M. Dialéctica del Iluminismo. Editorial Sudamericana. Argentina, 1987. Mario Sobarzo

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