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113 Mario Sobarzo En Casa del Dios Demente Los bares actúan como porosidades urbanas. El término poro en su origen griego hace referencia a los espacios abiertos, como las calles, los puentes, los vados, etc., como también a la idea de un orificio que permite salir a los fluidos (así lo define Hipócrates en su célebre tratado). Este carácter de poro se lo deben, como lo ha señalado Humberto Giannini, a que en ellos se configura un cierto tiempo cualitativo, indivisible, que fractura el continuum espacial de la ciudad. 1 Esto implica que el bar aparece como lugar antropológico, en el sentido de Augé. 2 En el lenguaje de este autor, ello significa que son construcciones concretas y simbólicas (a la vez) que no alcanzan por sí solas a dar cuenta “Todo lo que se diga de mí es verdadero y la verdad es que no me importa mucho. Me importa soñar con caminos de barro y gastar mis codos en todos los mesones.” Jorge Teillier 1. Sin embargo, los motivos por los que ello sucede no siempre nos parecen igualmente válidos. Sin desconocer que la arqueología que él realiza es extraordinaria (de hecho nos referiremos referencialmente a ella en todo momento), hay algunos puntos que nos parecen discutibles. Especialmente lo referido a la ritualidad cómplice, amable, a la suerte de comunión que se realizaría entre los bebedores. Si bien, esto nos parece cierto, creemos que es una imagen limitada de la experiencia del bar. No agota el fenómeno ni lo describe en plenitud. Para su arqueología del bar, véase: Giannini, H. La “Reflexión Cotidiana. Hacia una arqueología de la experiencia”. Ed. Universitaria. Chile, 1999. 2. Para la explicación extensa del concepto y de los vínculos con la comunidad y su expresión en las reglas del vivir común, véase: Augé, M., “Los No Lugares. Espacios del anonimato”. Ed. Gedisa. España, 2005. Archivo de imágenes Marcelo Pérez

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