Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

115 Las demandas constantes por rendir y producir dentro de ciertos parámetros y plazos rígidamente establecidos se oponen a este espíritu. En este sentido, otra paradoja de la educación artística es que, con el propósito de producir su obra, el artista debe relacionarse con el tiempo de una manera no instrumental, mientras que la academia regula el tiempo y lo compartimentaliza en horas de clases, créditos, semestres y años académicos, lo que determina de muchas maneras el tipo de arte que puede y no puede hacerse dentro de sus márgenes. Dado el rol central que las escuelas de arte universitarias han tenido y tienen en el arte chileno, en el que son muy pocos los artistas que no han pasado por alguna de ellas, podríamos preguntarnos si estas contradicciones no tendrán algo que ver en la articulación de una escena que frecuentemente ha sido criticada por su rigidez y su excesiva teorización, muchas veces autorreferente, todo esto en desmedro de la riqueza de la imagen, del juego y del goce. Como señala Gerardo Mosquera en su introducción al libro Copiar el Edén , en relación con el arte contemporáneo nacional, “en Chile hay rigor, pero también aburrimiento”. No resulta descabellado pensar que aquel rigor, históricamente necesario en las disciplinas académicas y consustancial a sus procesos, se ha extrapolado a las escuelas de arte universitarias que, quizás desde una suerte de complejo de inferioridad, han intentado ponerse a la par, con resultados indudablemente positivos en muchos aspectos, pero también con el efecto secundario de contribuir a la hipertrofia del discurso que, como agrega Mosquera más adelante en el mismo texto, llega al extremo de que muchas veces “la obra parece una mera excusa para el texto, o para un texto implícito o posible” 3 . Ante un escenario en el cual las escuelas de arte universitarias hegemonizan el campo de la educación de los artistas –situación que, aunque nos parezca natural, no es la única posible, basta ver el caso de nuestros vecinos argentinos–, y en el que es prácticamente imposible, hoy mucho más que hace algunos años, pretender ser un artista reconocido y con presencia en el medio sin haber pasado por alguna de ellas, es fundamental preguntarse por los condicionamientos, carencias y malos hábitos que este sistema universitario sin querer ha ido imponiendo en esas escuelas, y por la correspondiente necesidad de revisarlos y superarlos. 3 Gerardo Mosquera. Copiar el Edén . Santiago: Ediciones Puro Chile, 2006. Magdalena Atria

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