Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

168 ¿Qué motivó esta orden mandatada desde la alta jerarquía de la burocracia monacal temuquense? De acuerdo con mi observación hubo dos razones: la primera, un par de inquietantes grabados de Eduardo Garreaud con imágenes de ángeles de sexo indeterminado, mujeres lascivas, negros mezclados con blancos, entregados a una orgía pop ochentera a los pies de altares y plintos. Estos retablos, entre manchas y rayas monocromas, sirvieron a Garreaud de escenario para evocar lo orgásmico, el éxtasis, la epifanía de santos y el misterio de la anunciación como elemento sublimado a lo largo de toda la rica historia del arte cristiano. La segunda razón, en tanto, proviene de mi propio texto, en donde recupero la perífrasis visual realizada por el artista, destacando que el misterio de la Inmaculada Concepción constituye un elemento estético y erótico que urge revisar si se busca comprender la historia del arte o, mejor dicho, nuestra propia cultura occidentalizada. Naturalmente la censura, como respuesta del máximo celador de la universidad, daba a entender que esta idea tuvo una lectura displicente. Esto bajo el supuesto que el texto fue leído. Meses después habría de conocer, en palabras del decano de la facultad, el agudo comentario que uno de los sacerdotes más cercanos al obispo Vial supuestamente exclamó al mirar los grabados de Garreaud: “Esta muestra no es erótica, es herética”. La palabra “herejía” es controversial, compleja e indeterminada. En términos generales la podemos comprender como el castigo a una opinión divergente, imposible de ser tolerada por una autoridad religiosa puesto que amenaza la integridad y estabilidad de los cimientos ideológicos sobre los que se funda el credo. A manera de ejemplo, se cuenta que, en el siglo V, Nestorio, obispo de Constantinopla, mantuvo una dura disputa con el poderoso Cirilo, obispo de Alejandría. Mientras el primero sostenía que la virgen María debería ser considerada madre de Cristo y no madre de Dios, el segundo defendía la unicidad de la entidad humana y divina de Jesús, por lo que el año 431 se convocó al Concilio de Éfeso. Como resultado de la disputa, Cirilo consiguió que Nestorio fuera declarado hereje, que su obra escrita fuera quemada, y que el obispo de Constantinopla fuera confinado a los desiertos de Libia hasta su muerte, fechada entre los años 440 y 451. La herejía surge como divergencia entre verdades, y muchas veces estas verdades se han opuesto en nombre de la ciencia, el arte o la misma religión. La única realidad que iguala cada una de las historias de imputaciones, es que el acusado siempre es cercado por el aislamiento, la confinación, el destierro o la eliminación; Herejía, identidad y sistema artístico: El caso de una Escuela de arte en el sur de Chile

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