Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

158 Pero la tendencia a la privatización y mercantilización de bienes sociales como la educación es propia de las últimas cuatro o cinco décadas, y de ello dan cuenta los cánticos que estudiantes y profesores corean al unísono en las actuales manifestaciones callejeras, donde señalan que ministros y dirigentes políticos se educaron gratuitamente y, por el contrario, hoy la gran mayoría de estudiantes deben endeudarse y muchas veces entrar a las listas de morosos, para formarse como profesionales. Si la educación se ha transformado en un bien transable en el mercado, es decir, en un negocio, el proyecto educativo de este país se encuentra en una delicada situación, pues su acceso ha dejado de ser un derecho y ha quedado supeditado a la inequitativa lógica del mercado. Dentro de este contexto, ni el arte ni la educación artística en todos los niveles educativos corren con mejor fortuna. La educación artística es sinónimo de manualidades o complemento de otras actividades (Hernan 2001, 2), cuya formación puede estar a cargo de personas a quienes no se les exigen saberes y destrezas pertinentes 2 . El arte, en todos sus contextos, también ha sido alcanzado por el proceso de mercantilización y se ha convertido en una disciplina susceptible de lucro y especulación. Sin embargo, el hecho de que el arte esté infravalorado en el seno de la sociedad y la educación y que haya entrado en la lógica de la mercantilización y la especulación supone un mayor desafío y responsabilidad a los profesores y profesoras dedicadas a la enseñanza del arte. Para estas personas, el arte puede ser un motor de cambio, de construcción de nuevos valores que vayan más allá de la lógica mercantil, ofreciendo nuevos discursos visuales que aboguen por una sociedad más solidaria, equitativa y comprometida con su medio natural y simbólico, para contribuir así a una sociedad más humana. En palabras de Elliot W. Eisner: Las obras de arte sirven para criticar a la sociedad en la cual han sido creadas y presentar así ante nuestra atención metáforas visuales a través de las cuales se transmiten ciertos valores. A menudo, la obra de arte presenta ante nuestros sentidos un conjunto de valores, positivos o negativos; la obra elogia o condena, pero comenta el mundo y nos hace sentir algo frente al objeto que representa, a condición de que hayamos aprendido a “leer su mensaje”. En definitiva, el artista funciona frecuentemente como un crítico social y como un visionario. Su obra permite que aquellos de nosotros que poseemos menor capacidad de percepción aprendamos a ver lo que permanecía oculto; habiendo visto lo oculto a través del arte, conseguimos hacernos mejores (2005, 10). 2 Al menos así lo podemos constatar en la Región de los Ríos aunque en estos momentos no se disponga de datos oficiales. La enseñanza del arte desde una universidad periférica

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