Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

118 seminarios, conferencias y talleres eran parte de ese etcétera de rigor que devenía fácilmente en juerga y bohemia. Por lo que se cumplían también las expectativas de las actividades extracurriculares. No había que ser artista, también había que parecerlo –pensó–. Al final de esta trayectoria se dio cuenta de que la tesis y el trabajo final, que le certificaba como licenciado en arte, era un trámite que más se parecía a un placebo mientras se le escapaba su original pretensión de ser artista. Con muchas dudas e inseguridades, con la nostalgia de esa gran determinación inicial de hacía cuatro años antes y con su grado de licenciado bajo el brazo podía optar por seguir perfeccionándose y capacitándose. El arte siempre estaba en otra parte. De lo único que estaba seguro es que ya no sería artista. 2. Prácticas universitarias No insistiremos aquí sobre lo fundamental que ha sido la universitarización de la enseñanza artística en nuestro país a partir de la Reforma del año 1928. Con toda la discusión y polémica que ello ha generado en los últimos 83 años, todavía estamos en deuda respecto de un conocimiento histórico preciso que la dimensione en la magnitud que podemos sospechar desde sus efectos más visibles y transitados. De hecho todo ese debate aparentemente se ha desacelerado conceptualmente en las últimas dos décadas, para dar paso a un tipo de negociación derivativa de los cambios introducidos a la gestión universitaria durante el mismo lapso. Decimos “aparentemente” porque el hecho de que la educación superior de las artes visuales sea un verdadero patrimonio de nuestra historia del arte, ha generado un interesante desplazamiento de la discusión al campo de las explicaciones causales y las hipótesis de lectura, generadas desde esa disciplina: la historia del arte. Obviamente esto lo dice un historiador del arte, por lo que la recomendación puede venir muy de cerca. Sin embargo es un hecho que en la mayoría de los proyectos educativos universitarios nuestro gremio está siempre ubicado curricularmente en el lado de las disciplinas que se enseñan, no en las que se aprenden. De ahí el origen de que el falso conflicto entre la teoría y el taller, está lejos de ser expresión de una suerte de reproducción en baja intensidad del titánico La práctica, la enseñanza y el aprendizaje: de la condición a la relación

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