Resistencias: Foro de las Artes 2020

41 En Argentina, luego del golpe de Estado de 1955 que derrocó al gobierno constitucional presidido por Juan Domingo Perón, nació “la resistencia peronista”, un amplio movimiento clandestino que actuaba en contra de las múltiples prohibiciones al ejercicio democrático de la política y especialmente a todo lo que se relacionara con el partido justicialista, los símbolos y los nombres de sus históricos líderes, Perón y Evita. La resistencia persistió por 18 años, hasta 1973, momento en el que se lo- gran elecciones libres y el triunfo del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI). El amplio movimiento abarcó agrupaciones sindicales, juveni- les, religiosas, guerrilleras, con un espectro que iba desde la izquierda al centro, e incluyó hasta posiciones de derecha que reivindicaban su lugar en el peronismo. Durante lo que se denominó la “primavera camporista” (porque Cámpora encabezó la fórmula presidencial del FREJULI) se pro- dujo un movimiento cultural que intentó traer de la clandestinidad los cientos de relatos de aquella resistencia, pero la terrible dictadura cívico militar que interrumpió nuevamente en 1976, persiguió, secuestró y pre- tendió desaparecer, junto a las vidas, la frondosa experiencia política del pueblo. Los pañuelos blancos de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo fueron la bandera que congregó la nueva resistencia, y que, en la actua- lidad, es una especie de paraguas para todas las luchas por derechos. Con la misma amplitud de integración podemos hablar de la “resistencia palestina”, que insiste ininterrumpidamente desde 1959 a la fecha, con un pueblo que lucha para no ser despojado de sus territorios y frenar el holocausto de esa población a manos del estado de Israel. Además, des- de hace años esa resistencia toma las consignas de los pueblos árabes, arrasados por las guerras imperialistas -ante la indiferencia cómplice y silenciosa de todo occidente-, con la que se manifiestan en la calle, en propuestas políticas y en masivos recitales de poesía. “ Nosotros no robamos monumentos antiguos, nosotros no conocemos el sabor del crimen, nosotros no quemamos libros sagrados ni rompemos la- piceros y no nos aprovechamos de la debilidad de los demás así que qui- tadnos la mano de encima ¡Vosotros los sordos, que os llenasteis los oídos de algodón y de barro! Por la milésima vez os lo decimos: ¡No! ¡Por la luz de esta tierra libre! ¡No perderemos ni un átomo! ¡Nosotros no nos arrodillare- mos jamás ante el fuego y el plomo! ¡Ni un pelo!” (Tawfīq Zayyād) He ahí una característica que señala –de una manera ampliada pero pre- u n a p o é t i c a d e l a r e s i s t e n c i a * ana mohaded

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