Resistencias: Foro de las Artes 2020

r e s i s t e n c i a s 26 bivalente: esta no solo se ejerce para eliminar la capacidad de resistir de un enemigo, sino también para preservar y mejorar la propia cuando ese otro aplica una acción de fuerza en uno mismo. Esta tensión se da entonces en las protestas callejeras, así como también en la intimidad del cotidiano. En efecto, también se puede resistir bajo un principio de no-violencia. Y es ahí cuando se pone a prueba una resistencia subjeti- va: es ahí donde se crean identidades en rebeldía. Y esa rebeldía surge, justamente, por el deseo de justicia. Una justicia que busca revertir una condición de sometimiento o supresión. En definitiva, una resistencia que emerge en oposición a una sociedad que define las formas de vida en base a abusos e individualismo, y que busca, por el contrario, cons- truir un nuevo contrato social en base a la dignidad humana y la equidad general. Lo que sucedió el 18 de octubre de 2019 es un claro ejemplo de resisten- cia. La permanente vulneración de derechos y la profunda desigualdad estructural de la sociedad chilena fue generando un sedimento de rabia y resistencia subjetiva que derivó en un estallido social de magnitudes inéditas. La fuerza y la violencia que la ciudadanía volcó en las calles sig- nificó una interpelación directa a las resistencias conservadoras de un modelo neoliberal impuesto por la fuerza desde septiembre de 1973 e institucionalizado en 1980 con la constitución de Pinochet. Las medidas protectivas del modelo desarrolladas desde 1990 en adelante sirvieron para mantener un esquema de sentido caracterizado por la capitalización individual y la ausencia de principios de justicia y solidaridad. Por el con- trario, a pesar de las retóricas desplegadas por las autoridades políticas sobre la macroeconomía y la inminencia de la llegada del “desarrollo”, la inseguridad social, desintegración, exclusión y pobreza no dejaron de cre- cer en cada rincón del país. Vivir bajo esos escenarios sociales de precari- zación contínua ha sido una verdadera resistencia diaria. Y esto se aceleró en el contexto de la actual pandemia. Si bien las prácticas de resistencia en el cotidiano las experimenta el grueso del conjunto social, es en el mundo de las artes y la cultura donde se hace aún más evidente. Como han manifesta- do variadas investigaciones2, las y los trabajadoras/es de la cultura han radicalizado una condición de precariedad que ha estado siempre presente en la escena. Y esto, evi- dentemente, no solo tiene repercusiones en las formas de vida de ellas/ellos, sino también en las condiciones 2 Entre ellas, véase el monitoreo de las y los trabajadores de la cultura en Chile durante la pandemia del Observatorio de Políticas Culturales: http://www. observatoriopoliticasculturales. cl/wp-content/uploads/2020/09/ primerosresultadosmonitoreo1-1.pdf e n t r a d a s

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=