Cambio climático y desastres naturales : acciones claves para enfrentar las catástrofes en Chile

170 El urgente ordenamiento territorial para la prevención de desastres en Chile. las prácticas urbanas efectivas. En otras ocasiones, la demora en el debate, la aprobación y la sanción de los instrumentos, actúa como estímulo a la acción especulativa de los actores económicos, quienes suelen anticiparse con facilidad a procesos tan dilatados en el tiem- po. A lo anterior parece imprescindible agregar que las normativas territoriales vinculadas con el uso del suelo, los limites urbanos, la constructibilidad asociada, la zonificación de actividades y las áreas o territorios de riesgo y las consiguientes inhibiciones constructivas, son todas materias que afectan intereses, y son ellos los que suelen influir decisivamente en la insuficiencia chilena para un Ordena- miento territorial tan urgentemente demandado en Chile. Los intereses privados, una legislación frondosa pero poco eficaz, Municipios con pocas capacidades profesionales y recursos, ha- cen una combinación poco afortunada para las formas de orde- namiento territorial requeridos con urgencia para los Gobiernos Regionales, que comenzaron con la reforma de 1992 a tener roles gravítales en la materia, en una tarea que los especialistas califican de claramente insuficiente. Es a lo menos curioso que Chile haya avanzado en varias mate- rias claves de su desarrollo como producto de sus Catástrofes. El mega terremoto de 1960 en el Sur dio lugar a nuevas formas tec- nológicas en la construcción, aplicándose normativas antisísmicas que han alcanzado buen prestigio internacional; se desarrolló un conjunto de acciones en el campo de los programas de Vivienda social, tanto en acción directa como en la aplicación del DFL 2, que estableció sistemáticas exenciones tributarias a las propieda- des; se gestaron programas de investigación y cooperación inter- nacional con Japón y USA (estado de California) principalmente, para el seguimiento de una cooperación científica y tecnológica que permanece y se renueva hasta nuestros días. El País desa- rrolló una “cultura sísmica” y de enfrentamiento de los tsunamis que hoy nos caracteriza e identifica internacionalmente con muy alto estándar. De manera similar ocurre con las capacidades de respuesta institucional, militar, privada y ciudadana frente a estas catástrofes. Nuestra Cultura Sísmica, ampliamente reconocida en el Mundo, no se ha traslado suficientemente a los Instrumentos de Planificación Territorial. Estos permanecen en letargo, envueltos en procedimientos de complejo seguimiento, y demorados en la práctica por los abiertos “juegos de intereses” que están presentes en los poderes inmobiliarios reales y/o especulativos. En los sucesivos terremotos, como en el 27 F del 2010 y en menor medida en los sismos recientes de Tarapacá y de Coquimbo, el mar causó estragos en zonas muy significativas de nuestras loca- lidades costeras, con un compromiso de vidas invaluables. Pues bien, no se observan, a años de dichas catástrofes, cambios im- portantes en los respectivos planes reguladores, en seccionales urbanos costeros u otras zonas de riesgo evidentes. Por el contra- rio, muchas familias afectadas, vuelven a su localización riesgosa, desafiando a la naturaleza y defendiendo un arraigo cultural a su poblamiento anterior. Los Gobiernos y los Municipios anuncian en los tiempos cercanos a las tragedias, un conjunto de restriccio- nes para el poblamiento y restricciones al desarrollo de activida- des productivas en las zonas siniestradas, pero progresivamente estas zonas vuelven a tener los poblamientos y las características productivas anteriores a cada tragedia. De ninguna manera se debe subvaluar muchos esfuerzos re- constructivos en muchas de las zonas afectadas, incluyendo pro- gramas habitacionales innovativos y un tratamiento sistemático de varios bordes costeros. De esas valiosas experiencias es ne- cesario aprender, sistematizar lecciones y asumir responsabilida- des. Sin embargo, y en ello coinciden los especialistas consulta- dos, los avances en ordenamiento territorial son muy modestos.

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