La tormenta de fuego y la Nueva Santa Olga

Es el momento de arribar a las lecciones o conclusiones principales. ¿Qué conjunto de aspectos pueden constituir legítimamente lecciones de una catástrofe sin precedentes?; ¿qué implicó mo- vilizar inéditos recursos en un período extenso de tiempo y qué nos enfrentó a circunstancias de extrema dificultad? Estas reflexiones se efectúan con un propósito principal, estar preparados para catástrofes de similares magnitudes, tanto o más desafiantes para los actores públicos como privados y donde perfeccionen las “respuestas conjuntas” entre ellos y los ciudadanos. A eso apuntan estas últimas páginas. Esta catástrofe fue de magnitudes nunca vistas en Chile y está entre las cinco más importantes en extensión y daño forestal y ecológico a nivel mundial de la última década. Ciertamente podríamos haber actuado con mayor prontitud, haber establecido desde el 15 de enero que estábamos enfrentados a incendios de una magnitud nunca vista, de una enorme extensión territorial, con muchos focos de manera simultánea y, donde su propagación era difícil de pro- nosticar con precisión. Nos mantuvimos, la CONAF, la ONEMI y el sector público de emer- gencia en una posición de expectativa “unos cuatro a cinco preciosos días” antes de formarnos la convicción de que estábamos frente a una catástrofe sin precedentes. Teníamos focos fuertes e intensos y en diferentes territorios y las condiciones del clima iban de “malas a pésimas”, LAS LECCIONES DE LA TORMENTA DE FUEGO Y LA NUEVA SANTA OLGA. 187

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