La tormenta de fuego y la Nueva Santa Olga

Los Megaincendios Forestales y los Esfuerzos Reconstructivos 18 Ministerios que deben reaccionar y dirigir la lucha contra una catástrofe. Actuamos frente a una “sorpresa de la na- turaleza” desoyendo las múltiples maneras en que la natu- raleza nos estaba hablando desde noviembre de 2016 con las altas temperaturas y la aparición temprana de varios incendios de magnitud; b) Las empresas privadas, léase las grandes forestales y la propia CORMA no adoptaron los resguardos necesarios sobre equipos, constitución y formación de brigadas adi- cionales, mecanismos de cooperación entre las empresas y vínculos eficaz con CONAF, las ONEMIs regionales y los propios gobiernos regionales; c) Hasta el voluntariado e instituciones, con “catástrofes pre- vias de experiencias, reaccionaron muy encima de la tra- gedia y sólo cuando ella había constituido magnitudes in- éditas y, En la situación chilena se ha observado que las capacidades de las brigadas y los equipos de extinción del fuego, y la preven- ción, fiscalización y monitoreo del fuego es históricamente dé- bil. La estacionalidad de las temporadas de incendios en Chile se ha ido extendiendo paulatinamente en el tiempo hacia el alza, en territorios afectados, superficies comprometidas e in- tensidad de los episodios. No obstante, en la catástrofe de ene- ro y febrero del 2017 los megaincendios se “salen totalmente” de toda medida o episodio comparable. Aquí es donde observamos nuestra arraigada costumbre de aprender a golpes de la naturaleza, más el descuido peligroso de la prevención y disponiendo de capacidades de respuestas institucionales bastante precarias. Ello se observó en “gloria y majestad” en los megaincendios del centro sur costero de Chile. En síntesis apretada: a) Para una temporada que se avizoraba compleja, la pre- paración no fue la más adecuada, ni por la CONAF, ni La Tormenta de Fuego: un combate inédito.

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