Virus y sociedad : hacer de la tragedia social, una oportunidad de cambios

112 VIRUS Y SOCIEDAD: HACER DE LA TRAGEDIA SOCIAL, UNA OPORTUNIDAD DE CAMBIOS cias de la población, sigue minimizando el lugar de las culturas alimentarias en la nutrición de la población, entendiéndola principalmente como un intercambio de energía y nutrientes. En este sentido, se escinde de visiones más críticas como las plateadas por la Vía Campesina con la noción de soberanía alimentaria 11 . Sin una problematización del origen de los alimentos ni de la calidad de estos, se deja de lado el dere- cho de los pueblos a fijar sus propias políticas agrarias y alimentarias, que permita priorizar la producción local y restituya a las comunidades la decisión sobre qué quieren consumir y quién lo produce, protegiéndolas de un intercambio comercial internacional injusto 11 . La segunda tensión es de orden más simbóli- co y se refiere a cierta centralidad que posee el problema de la desnutrición y la subalimen- tación para pensar la seguridad alimentaria frente al problema de la obesidad. Si bien, en las últimas décadas se ha problematizado la malnutrición por exceso como un efecto posi- ble de la inseguridad alimentaria 12 , no suele incorporarse en los esquemas teóricos. Por ejemplo, en el marco conceptual elaborado por el Programa Especial para la Seguridad Alimentaria (PESA) de Centroamérica, hambre y hambruna son nociones centrales, quedan- do excluida cualquier alusión a la obesidad 4 . Hasta antes de la década del 2000, la obesidad estaba asociada a los grupos de población con mayor acceso económico; sin embargo, a medi- da que los países del tercer mundo se desarro- llan, el sobrepeso y la obesidad se va concen- trando en población de nivel socioeconómico y educacional más bajo, con mayor énfasis en las mujeres, y se vincula a alimentos de baja cali- dad disponibles y accesibles 13,14 . El problema de la inseguridad alimentaria en Chile La seguridad alimentaria ha sido pensada prin- cipalmente desde la óptica de la subalimen- tación. Al iniciar el siglo XXI, el problema de la desnutrición en Chile parecía marginal, alcan- zando en 2000-2002 sólo un 4% (600.000 personas aprox.), mientras que en el período previo de 1990-1992 aún se mantenía en el 8%, equivalente a 1,1 millones de personas15. En 2016-2018 nuevamente las cifras bajan a un 2,7% (equivalente a 500.000 personas aprox.) 16 . Las Encuestas Nacionales de Salud 2003 y 2017, muestran que la población (mayor de 15 años) presenta porcentajes de enflaquecimien- to que fluctúan entre 0,8% y 1,8%, y sin embargo la malnutrición por exceso ha ido en marcado aumento, pasando en el mismo periodo, del 37,8% a un 39,8% de población con sobrepeso, y de un 24,5% a un 31,2% con obesidad 1,17 . Al ser la subalimentación y el enflaquecimien- to el referente clásico para medir la seguridad alimentaria, el discurso de la inseguridad –fren- te a otros problemas nutricionales– ha pasa- do a un segundo plano en la realidad chilena. Esto es apreciable en la propia historia de las políticas públicas vinculadas a la alimentación en Chile, las que históricamente se habían centrado en la desnutrición, y sólo en las últi- mas décadas se han enfocado a problemas de obesidad y enfermedades socialmente trans- mitidas 18 . Como afirma Isabel Pemjean 19 , desde el inicio del siglo XX hasta la década de 1990, los problemas nutricionales fueron problema- tizados casi exclusivamente en términos del combate a la mortalidad infantil y la desnutri- ción. Desde las Gotas de Leche (1906), pasando por la Ley de Seguro Obrero Obligatorio (1924), el Programa Nacional de Alimentación Comple- mentaria (1954), y la campaña del medio litro de

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