Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción

133 la iglesia y la corona española fue un obstáculo que los autores de la época debieron sortear de las maneras más diversas, puesto que ante estas prohibiciones lo que cambia son las formas del decir, y no así lo dicho, las ideas se protegieron de la censura ocultándose en el ‘estilo’; se replegaron en los modelos canónicos, en las formas aceptadas del arte, logrando de esta manera traspasar la frontera del tiempo y llegando a nosotros con el nombre de Barroco. El arte Barroco, el arte de la sobreabundancia, del abuso del artificio, de la superficie hiper-saturada, es precisamente el lugar donde lograron esconderse, y desde donde lograron emerger, las primeras pregun- tas respecto a esta identidad heterogénea que se conformaba en el México colonial. Lo que se inaugura con el Barroco, en el naciente territorio hispano- americano, tiene que ver con una nueva concepción del mundo, con un modelo epistémico que ya no considerará más a Europa como el único centro en torno al cual se organiza todo. El habitante origi- nario del territorio hispanoamericano comienza a preguntarse por su propia existencia, por la posibilidad de erigirse en tanto sujeto. El ejercicio estético, en este contexto, tiene que ver con la represent- ación de la persona del autor al interior de la obra, y este mecanis- mo de búsqueda del sí mismo dentro de la representación, es un intento de validarse en tanto sujeto desde el lugar marginal en que se encuentra. Es Velázquez pintándose pintando dentro del cuadro. El sujeto subalterno pugna por aparecer, por ser visto en su intento de reconocerse a sí mismo a través de la representación artística (pictórica, literaria, teatral), busca hacerse un lugar en el orden so- cial, que lo margina, que lo denigra y que lo anula al negarle el dere- cho a existir. La pregunta sobre la identidad se vuelca entonces en la reflexión sobre la posibilidad de representar-se a sí mismo del

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