La vivienda urbana en Chile durante la época hispana (Zona Central)

siglo XVII I. El Renacimiento casi no existió en suelo americano , sino que la impronta clásica fue una más dentro de una primera arquitectura enque convergen tradiciones góticas. platerescas y mudéjares. La última etapa, el Neoclásico. ligada fuertement e el cambio de dinastía en España que introduce en la monarquía espariola los principios del Despotismo Ilustrado, abarca dentro del período en estudio - siglos XVI al XVIII - un corto desarrollo, limitado por las luchas independentistas de las posesiones es– pai'lolas en América, aunque sus resonancias se– guirán haciéndose sentir posteriormente. Por su parte, el caso de la arquitectura chilena presenta dentro del contexto general hispanoameri– cano un proceso singular, caracterizado por una escasa producción arquitectónica durante los siglos XVI y XVII en comparación con otras regiones del continente. Sólo a partir del siglo XVIII es posible constatar una actividad edilicia de importancia. Sin embargo aunque en menor proporción , la arquitec– tura de la Capitanían General de Chile participó de una u otra manera del mismo proceso histórico– arquitectónico hispanoamericano, pudiéndose esta– blecer similares períodos estilísticos. correspon– diendo al Barroco y principalmente al Neoclásico, las etapas de mayor desarrollo artístico y profesional. La arquitectura chilena entre los siglos XVI y XVIII materializará las mismas tipologías ar– quitectónicas que se desarrollarán en el resto del continente: iglesias y conventos. edificios públicos. hospitales, y la más básica de todas ellas: la vivienda urbana. Sin duda los siglos de dominación hispana representan en la historia de Chile un período ca– racterizado por un lento y difícil proceso de consoli– dación y desarrollo. Aquí, más que en ninguna otra región de las posesiones de la corona espariola en América, el asentamiento y proceso de la coloni– zación fué una faena ardua y, las más de las veces, amarga. El asedio constante de los araucanos que buscan expulsar a los invasores se mantendrá siempre latente, y los habituales terremotos obli– garán en más de una oportunidad a empezar de nuevo el camino ya avanzado. Tampoco fué factor favorable el caracter pre– cario y limitado que tuvo la economía del primer siglo y medio de dominio hispano. Una producción de oro que, si bien en los inicios de la conquista se pre– sentaba auspiciosa, en definitiva no reportó las ri– quezas buscadas afanosamente por los españoles y 4 tan necesaria para el desarrollo económico en aque– llos años en que el oro constituía el principal circu– lante. Por otra parte, el aislamiento geográfico y la lejanía del territorio chileno respecto de los centros principales del imperio español, imposibilitando un intercambio comercial dinámico y de importancia, determinaron que la economía chilena de aquel período estuviese centrada preferentemente en sa– tisfacer las necesidades de un consumo interno restringido. concentrándose mayoritariamente la actividad económica en las faenas agropecuarias. Precisamente a medida que avanza el siglo XVII, y luego de la destrucción de las ciudades del sur producto del levantamiento de los araucanos, la hacienda se consolida como unidad económica y social protagónicademúltiples facetas. Ellodeterminó la ocupación progresiva de las tierras productivas e incluso de las que no lo eran en el llamado valle central, desde La Serena hasta Concepción, incentivándo las formas de vida rural en unidades autosuficientes. Todo ello en desmedro de un de– sarrollo urbano-arquitectónico más efectivo en las ciudades existentes y la fundación de nuevos nú– cleos urbanos. Dentro de esta rigurosidad que imponían el medio natural y las condiciones históricas de lento y difícil desarrollo, la arquitectura de aquel primer siglo y medio colonial poco o nada nos ha dejado como testimonio patrimonial, salvo la fábrica de la iglesia de San Francisco de Santiago, que sobrevive como único ejemplo a la destrucción generalizada de la ciudad con ocasión del terremoto del 13 de Mayo de 1647. Aquellas construcciones que comenzaron a edificarse ya con un sentido de permanencia, fuego de una primera etapa de improvisación propia al acto de toma de posesión del territorio , deben haber sido una arquitectura modesta en los materiales y en las soluciones planimétricas, volumétricas y espaciales, acorde a la realidad del país, donde el estilo sólo se limitaba a formas ornamentales que se adosan a los volúmenes pretendiendo disimularo ennoblecer una fábrica tosca y elemental. Adobe, madera, paja y tejas fueron los mate– riales más usados para solucionar durante este pri– mer siglo y medio los diferentes requerimientos ar– quitectónicos. por ser mas fácil su obtención y de– mandar una mano de obra especializada menor, considerandoque generalmente sólo se contabacon alarifes, artesanos y aprendices. Piedra y ladrillo se reservan para aquellas

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