La vivienda urbana en Chile durante la época hispana (Zona Central)

AMBIENTACION HISTORICO-ARQUITECTONICA EN LA EPOCA HISPANA 1ntentarunavisión descriptiva de la arquitectura hispanoamericana entre los siglos XV y XVIII, inevi– tablemente nos remite a referimos a la arquitectura europea en general y en particular a la arquitectura espaoola. Dentro de un proceso histórico unitario , de marcada dependencia respecto de España, como fue la dominación española en América, no ha de resultar extraño que la arquitectura hispanoameri– cana de aquellos siglos esté ligada fuertemente a la arquitectura hispana. En alguna medida sería ilógico pensar lo contrario , la arquitectura resultaría algo extrat'lo al cuerpo histórico global. Si bien no podemos afirmar que la arquitectura como forma cultural no fuera un hábito desarrollado por los pueblos americanos antes de la llegadade los esparioles, lo cierto es que al igual que sus culturas en general, ésta se hallaba en una etapa de evolu– ción distinta que la europea. El hecho que no se conociera el arco como forma que facilita la construcción y el trabajo estruc– tural, habla de las limitaciones de la arquitectura americana pre-hispánica, centrada más bien en la monumentalidad y macicez de sus construcciones destinadas al culto de sus diferentes dioses. Por otra parte, la arquitectura es más que volúmenes y decoración: es el uso que de ella se hace y que suele ser lo que le otorga significado. En ese sentido la civilización europea en algunos aspec– tos distaba mucho de las americanas ; basta señalar la práctica habitual de sacrificios humanos por parte de aztecas e incas en sus magníficos comp!lejos ceremoniales, expresión máxima de la arquitectura americana pre-hispánica. ¿Resultó así esta arquitectura un fenómeno extral'lo, primitivo e inhumano para los conquista– dores europeos? Puede ser. La realidad fue que llegado el momento de iniciar la "construcción" del Nuevo Mundo, los españoles recurrieron a lo que conocían y respondía a sus pautas culturales e históricas, postergando de esa manera la experien– ~ia americana, de la que en un principio sólo sobre– vivirán algunas técnicas constructivas. Avanzado el tiempo , sin embargo, el sentimiento americano se hará sentir influyendo con mayor o menor fuerza según sea el área geográfico-cultural. Así. luego de un primer período de impro– visación, previo a la consolidación definitiva de las estructuras coloniales, se inició la historia de la arquitectura hispanoamericana, viendo propagarse en suelo americano los estilos y tipologías ar– quitectónicas propias a la arquitectura europea. Cuando Espal'la descubre para los europeos la existencia de lo que luego será denominado conti– nente americano, Europa estaba pronta a presenciar la propagación del Renacimiento Italiano que pondrá fin al largo período gótico. El Renacimiento será aceptado a lo largo de toda Europa como estilo que renueva el medio ar– quitectónico en términos prácticos y teóricos siendo · adaptado a las características de cada región. En el caso espal'lol ello resulta bastante elocuente en que el Renacimiento , como lo señala el historiador de la arquitectura Fernando Chueca Goitia, "... fue ad– quiriendo raíces locales y se fue popularizando y alcanzañdó uña petsóñalidad propia, donde Jo de afuera se funde con las tradiciones y con el genio nacional, con el sentimiento decorativo y opulento del gótico tardío, e incluso con las viejas resonancias mudéjares ... " ( 1 ) Luego al Renacimiento lo sucederá el Manie– rismo que cuestiona la ortodoxia del clasicismo para desembocar a principios del siglo XVII en el Barroco y su búsqueda de una mayor libertad expresiva. Posteriormente a mediados del siglo XVIII la racionalidad propia del pensamiento iluminista bus– cará restituir la objetividad de la obra de arquitectura, retornando a los orígenes, lo que hará surgir el Neoclasicismo. En el caso de la arquitectura hispanoameri– cana, que como sel'lalamos anteriormente se des– prende principalmente de concepciones culturales europeas. patentizará a grandes líneas los mismos períodos estilísticos, adaptados, sin embargo, a sus propias realidades históricas, ambientales y socia– les, produciéndose a la vez ciertos desfases y atem– poralidades. De los tres períodos sel'lalados el más significa– tivo, sin duda, lo constituye el período barroco que abarca desde mediados del siglo XVII hasta fines del 3

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