La vivienda urbana en Chile durante la época hispana (Zona Central)

"Corregidor" . Se evidenció , así, una mayor comple– jidad e importancia en la realidad general del Partido de Rancagua y una estabilización de la ocupación del territorio. De la mensura de tierras de ta "Hacienda Et Carmen de Rancagua", realizada en et año 1687 a ta muerte de su propietario , et General don Alonso de Soto y Córdoba, descendiente directo por línea materna de Alonso de Córdoba et Mozo y a quien te había sido reestabtecida por toda su v ida y ta de un heredero ta encomienda de indios y cacique del pueblo de Rancagua en virtud de ta Real Cédula de 16 de Enero de 1669 de dona Mariana de Austrias, regente en el trono de España, ·se pudo establecer que et dicho pueblo de indios estaba constituido en aquel momento por 152 indios. A estos se tes asignó y reconoció 1260 cuadras de tierras, de las cuales 154 cuadras cuadradas eran reclamadas por et ca– cique Tomás Guaglén , según antiguos títulos. La hacienda Et Carmen siguió perteneciendo sucesivamente a descendientes de don Alonso de Soto y Córdoba, siendo su propietario en ta época de ta fundación de la Villa de Santa Cruz de Triana et presbítero don Gabriel de Soto Córdoba . Lo más probable esqueprecisamente este importantevecino haya sido uno entre tos varios que en repetidas ocasiones formularon representaciones a la autori– dad central con el objeto de fundar un poblado que viniese a encauzar definitivamente el ordenamiento y progreso del Corregimiento de Rancagua. Por su parte, Manso de Vetasco había dado cuenta igualmente de la necesidad de fundar una villa en aquella región, producto del reconocim iento obtenido con ocasión de sus continuos viajes a la Frontera. Como era habitual en estos casos. luego de establecidas tas condiciones generales que justifi– caban la fundación de una villa, correspondía ta casi siempredifícil tareade encontrar unterreno adecuado para su localización. En et caso de la futura Santa Cruz de Triana, Manso de Velasco encomendó al entonces Corregidor de Rancagua, General don Pedro Vicente de Espejo"... que me informase del más cómodo adecuado terreno en que se podría situar, lo hizo de él en que está la principal doctrina y parroquia ( ... ) y aunque por ser perteneciente el terreno en alguna pequeña parte a un particular hacendado, y en la mayor al pueblo de Indios del mismo nombre de Rancagua, encomendado a un benemérito se ofrecieron algunas dificultades y se 154 hallanaron sin perjuicio de aquél ni de éstos ..." ( 1) Et hacendado a que se hace mención es el anteriormente citado Dr. don Gabriel de Soto , quien cedió 20 cuadras de su hacienda El Carmen, com– prendidas en el sitio elegido para asiento de la población. Sin embargo , ta mayor parte de las cua– dras necesarias, tanto para et trazado de ta nueva villa como para la asignación de chácaras o quintas a sus primeros pobladores, se obtuvieron, como se ha señalado, de tierras vacantes pertenecientes al pueblo de Indios de Rancagua. Ello debido a que, a petición de Manso de Vetasco, previamente1se rea– lizó una nueva mensura de las tierras de Rancagua y matrícula de sus indios, estableciéndose que de los 152 indios enrolados en la mensura anterior, realizada en 1687, sólo quedaban 52, existiendo, por to tanto, una importante cantidad de tierras vacantes pertenecientes a Su Majestad conforme a la Ley 30, Título 1 2 , Libro 6 2 de la Recopilación de Leyes de Indias. Se pudo disponer de esta manera de 681 y media cuadras de tierra, además de las 20 cedidas por don Gabriel de Soto. En términos generales la configuración de la villa se ajustó a los procedimentos e instrucciones suministradas por Manso de Velasco con ocasión de ta fundación de San Felipe el Real. Su trazado, en base a un regular damero, dio como resultado una planta cuadrada de ocho cuadras de lado que, des– contando et espacio ocupado por la plaza central, arrojó un total probable de 252 solares a asignar, más otros 16 con frente a una de tas cai'ladillas laterales que rodeaban el perímetro de la villa. Las calles mantuvieron et ancho de 13 varas al igual que en San Felipe el Real, mientras que las canadillas en este caso fueron de sólo 32 varas, prolongándose la ubicada al norte de la población, doce cuadras al oriente y cuatro al poniente . Sin embargo, dentro de esta conformación urbana básica, destaca la localización de la plaza mayor respecto del trazado de calles. Si bien com– parte el criterio habitual de ubicarse en et centro del damero, en este caso, dado el número par de cua– dras que conforman la planta de ta villa, et espacio cuadrado que ocupa la plaza coincide con el cruce perpendicular de las dos calles centrales del trazado vial, de tal manera que a ta plaza convergen - o ésta da origen -, a sólo cuatro calles - en lugar de tas ocho acostumbradas -, las que se abren al centro de sus costados . Este atípico esquema espacio-funcional ten-

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