Sueño de amor : historia de una película en los albores del cine sonoro latinoamericano

19 “Recuerdo que la élite no era muy afecta a nuestro cine. Nuestro éxito estaba en la clase media y cuando llevábamos las películas a los barrios, entonces hacíamos un gran negocio. Pero en los estrenos siem- presalíamosperdiendo, eranmásbienpara las críticas, para losdiarios. Desgraciadamente la clase alta tiene un acendrado esnobismo: todo lo importado le huele mejor” (de la Vega, 1992, p. 38.) En México, Bohr encuentra el espacio idóneo para profundizar un tipo de cine abiertamente enfocado hacia los sectores populares, donde temas y dispositivos eran eficaces para establecer empatía con los públicos. Se vale también de géneros propios de la industria, pero ambientados en contextos narrativos neutros. Sus si- guientes películas continuaron con la adscripción a los géneros, como el cine negro en “¿Quién mató a Eva?” (1934), “Luponini” (1935) y “Marihuana” (1936), el melodra- ma en “Tu hijo” (1935) y “Así es la mujer” (1936), y el musical con “Canto a mi tierra” (1938) 13 . La naciente industria mexicana lo lleva a crear en el año 1934 la empresa “Producciones Duquesa Olga”, a medias junto a su esposa. Aparentemente, habría existido en una primera etapa una alianza con Jorge Stahl con el objetivo de filmar en sus estudios las primeras películas de la empresa, para posteriormente trasladarse a los Estudios México–Films. En julio de 1934, Bohr inicia el rodaje de su segunda película, la primera bajo la firma Producciones Duquesa Olga, titulada “¿Quién mató a Eva?”, mientras que en noviembre concluye su segunda producción denominada “Tu Hijo”, ambas con Alex Phillips como director de fotografía, guión de Bohr y Limiñana, junto a las actuaciones de Elena D’Orgaz, Julio Villarreal y Joaquín Busquets. Ambas películas contaron con una favorable aceptación del pú- blico y la crítica, situando a Bohr como un cineasta preponderante de este periodo, generando a su favor una cierta solvencia e independencia en cuanto la elección de los guiones, además de reputación como cineasta. En el mismo año 1933 arriba por primera vez a México el pianista chileno Claudio Arrau. Con una fama mundial traducida en numerosos conciertos en los más impor- tantes escenarios europeos, Arrau llega al país en el mes de octubre, con el objetivo de realizar numerosos recitales que resultaron multitudinarios debido al renombre del intérprete. Para éste también tenían la finalidad de explorar en el alcance de su obra fuera de Europa, donde sus interpretaciones alcanzaban una trascendencia inusitada para un músico docto. Radicado en Alemania desde el año 1911, sus recitales se habían circunscrito al viejo continente y a su natal Chile, ampliándose en la década del veinte a países vecinos como Argentina, Perú, Brasil o Uruguay. En 1913, Arrau comienza sus estudios con Martin Krause 14 , discípulo directo del compositor húngaro Franz Liszt, iniciando una trayectoria nunca antes experimen- tada por un músico chileno:

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