El sexto continente : filmación en la Antártica chilena 1916-1973

7 Introducción Numerosas son las disciplinas científicas que desarrollan actividades antárticas durante el siglo XX: geología, glaciología, sismología, vulcanología, biología terres- tre o biología marina, por nombrar solo algunas. Considerando que la imagen en movimiento constituye un campo relevante de la producción cultural contemporánea, cabría también preguntarse ¿Es posible plantear la idea de una filmografía antártica chilena?. Esta asociación no es casual, ya que numerosos científicos emplearon el cine como dispositivo documental, en el cual la máquina- cámara se convierte en huella de tiempo dado en un soporte fotoquímico, mediado por la mirada de quien registra: “(…) el ojo, con toda simplicidad, entra en la vida junto a los que corren, huyen, se lanzan y se atropellan” (Vertov, 1973, p. 27). La pregunta también remonta a la construcción de relatos sobre el paisaje y la geografía, los cuales datan desde tiempos inmemoriales. Por cierto, la imagen en movimiento no es objetiva, al igual que las memorias, crónicas o leyendas, al existir detrás de éstas un punto de vista subjetivo. Por tanto, cabe volver a preguntarse ¿cuál es el relato visual que se construyó sobre la Antártica chilena?. Territorio enigmático, sigue configurando un paisaje subjetivo que se entronca con la visualidad de nuestros pueblos originarios: “El Konik–Scion, la isla blanca situada dentro del cielo, donde según los onas de Tierra del Fuego, moraban los dobles, espíritus o meh- nes de los hombres puros ¿No será una reminiscencia o un anticipo mitológico de este mundo que se pierde más allá de los horizontes australes en una realidad extraña, en la que se funden mar, hielo, nieve y cielo?” (Otero Espasandín, 1943, p. 14) Los viajes de exploración del siglo XVI contribuyeron a configurar una representa- ción visual del mundo, no solo desde la creación de los mapas, que moldean un imaginario de territorio, sino como sitios objetivos de una geografía, que servía para constatar la presencia humana en un lugar: mientras exista un mapa, existirá también el hombre que controla dicho espacio desde un cálculo visual de un territorio que delimitará y representará algo que existe objetivamente en un lugar. Pero servirá también para administrar y repartir la pretensión de propiedad dada por una comunidad, que no necesariamente está dada por la lengua, sino por un sentido de pertenencia territorial. El viaje del portugués Hernando de Magallanes, que en el año 1520 atraviesa el estrecho que hoy lleva su nombre, abre las pers- pectivas europeas respecto a la existencia de territorios más al sur, al documentar la presencia de habitantes en lo que denominan Tierra del Fuego. Posteriormente, el profesor Roberto Rengifo entre 1919 y 1920, ampliaría las reflexiones posibles respecto al origen del territorio antártico, desafiando las convenciones eurocén- tricas referidas al tema:

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