El sexto continente : filmación en la Antártica chilena 1916-1973

14 escampavía Yelcho, que antiguamente había servido como barco ballenero en la misma zona, finalmente retornando con los náufragos a Punta Arenas el día 4 de septiembre, y causando estupor mundial por la épica gestión. Frank Hurley, que durante el naufragio continuó filmando y fotografiando, pudo recuperar estos registros en su traslado a Punta Arenas, donde fueron recibidos con numerosos homenajes y actos públicos. Fue en este momento cuando Hurley aparentemente reveló los materiales y realizó exhibiciones de lo filmado, aunque posiblemente sin ser editado: “Cortésmente declinó la invitación del Gobernador Fernando Edwards mediante una esquela en que manifestaba no poder abandonar un trabajo absorbente, ¿de qué se trataba?. Tal como Tom McLeod había rescatado la Biblia, Hurley se empeñó en restaurar meticulosamente las diapositivas y la filmación que había hecho del trágico naufragio del Endurance. En la tarde del 4 de Septiembre, comprobó que estaban intactas o podían ser restituidas a su imagen original. Día y noche permaneció, sumido en los laboratorios y salas oscuras que generosamente le facilitó el principal fotógrafo de la ciudad, C. Veiga 5 , quien había tomado las primeras fotografías de la llegada de la Yelcho y el paseo triunfal de Pardo y Shackleton en la Costanera de Punta Arenas. Con la asistencia del ingeniero naval Dixon, quien construyó una máquina para proyectar el filme y de su amigo Veiga, trabajó Hurley hasta que la primera película de la odisea de la expedición de Shackleton pudo ser exhibida en una exclusiva “première” del Teatro Municipal de Punta Arenas. Después de unas breves palabras de Shackleton, Hurley, asistido por Frank Wild, deslumbraron al público magallánico que repletaba el muni- cipal con imágenes y descripciones del naufragio y la vida de los náufragos en la isla Elefante. Shackleton indicó a Hurley que era indispensable ornamentar el filme con mayor presencia de aves, ballenas y fauna antártica, lo que lo hizo volver a Georgia para tomas adicionales que permitieron que la película, aprobada por el Jefe, hiciese su presentación oficial en Londres. Los londinenses pensaron que habían sido los primeros en disfrutar de esta representación ci- nematográfica, ignorando que en el corazón de Punta Arenas se ha- bía develado por primera vez esta historia y que ellos habían visto una versión embellecida por la fauna de la Isla Georgia” (Alexander, 2003, p. 218) La actividad se habría realizado el día 5 de septiembre, siendo anunciada profusa- mente en prensa local:

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