Poesía Chilena en dictadura y postdictadura

114 | do ha sido visto como una obra poética que denuncia lo ocurrido durante la dictadura chilena, restringir La Ciudad a dicho mbito es cerrarlo en dema- sía, ignorando su car cter anfibio, tan evidente desde los primeros versos. Lo radical de esta obra de Mill n, como indica Francisco Leal, recae en que se adhiere a la poesía de denuncia tanto como se resta de ella, ocurriendo exac- tamente lo mismo con la vena experimental de signos y códigos, y situ ndo- se así en un lugar intermedio, incómodo, limítrofe, ni uno ni lo otro, pero ambos a la vez. El lugar intermedio y limítrofe de La Ciudad resulta fundamental para el an lisis que me propongo llevar a cabo, puesto que es posible apre- ciar que aquel se proyecta desde el contexto del poema hacia su interior. No es tan solo el emplazamiento entre dos tipos de poesía de la época y contex- to sociohistórico en que se escribió el libro, sino que es la escritura misma la que toma una posición límite, ahora entre palabra e imagen. En el momen- to en que nos enfrentamos a los primeros versos permanece la impresión de que estamos ante una obra visual m s que escrita, en tanto a ratos pareciera que la apertura del poema con las primeras líneas es también la apertura de un telón, y todo lo que ocurre —todo lo que vemos — hasta su cierre no es otra cosa que una obra teatral, o un filme de escenas r pidas y frenéticas, que nos bombardea con im genes breves pero no por ello menos potentes. El efecto de agobio y frenetismo producido por la frase corta utiliza- da a lo largo de todo el libro configura un ambiente sombrío, oscuro, pobla- do de fantasmas y espectros tanto en formas abstractas como en personajes, que merodean entre las líneas del correr cotidiano de una ciudad que conti- núa funcionando en aparente normalidad tras la tragedia. La Ciudad , pues, sería un texto que m s all de lo que relata o enseña se sostiene en lo que no muestra, en lo que no est allí explícitamente pero que, a pesar de su au- sencia, est terriblemente presente, casi de manera imperceptible. En térmi- nos de Deleuze, las imágenes que proyectan aquí los versos se pueden defi- nir como apariciones , como eventos irrepetibles que actúan unos sobre otros para producir esa impresión repentina de hallarse frente a una fotografía o

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