Kinesiología y discapacidad, perspectiva para una práctica basada en derechos

101 Existe una entramada red de factores que influyen actualmente en el fenómeno del cuidar; a continuación se profundiza en dos de ellos considerados claves: el aumento de personas con necesidades de cuidados y la capacidad del sistema estatal para proveerlos. El aumento de la necesidad de cuidados se relaciona directamente con la presencia de condiciones de salud y la falta de acceso a dispositivos de apoyo que generan dependencia en las personas. El Consejo de Europa (1998) definió la dependencia como: "un estado en el que las personas, debido a la pérdida de autonomía física, psicológica o intelectual, necesitan algún tipo de ayuda y asistencia para llevar a cabo sus actividades diarias. La dependencia también podría estar originada, o verse agra- vada por la ausencia de integración social, relaciones solidarias, entornos accesibles y recursos económicos adecuados para la vida de las personas mayores". En Chile, en base a la información obtenida en el Segundo Estudio de Discapacidad, realizado por el Servicio Nacional de la Discapacidad (SENADIS, 2015), se observa que un 16,7% de la población mayor de 2 años se encuentra en situación de discapacidad, característica que aumenta en la población mayor de 18 años, alcanzando un 20% que representa a 2.606.914 personas. De este segmento, el 11,7% (1.523.949) está en situa- ción de discapacidad leve a moderada y un 8,3% (1.082.965) se encuentra en nivel severo, recibiendo en su mayoría atención de salud en el servicio público. En el segmento de personas mayores se concentran las personas con discapacidad y mayor nivel de severidad, por lo que el envejecimiento de la población es considerado clave en la necesidad de cuidados. Figura 1. Población adulta en situación de discapacidad por tramo de edad según grado de discapacidad (en porcentaje) Fuente: SENADIS, Ministerio de Desarrollo Social. Segundo Estudio Nacional de Discapacidad, 2015. A nivel mundial, según el Informe Mundial sobre el Enveje- cimiento y la Salud, para el año 2020 el número de personas de 60 años o más será superior al de niños menores de 5 años. En 2050, el 80% de las personas mayores vivirá en países de ingresos bajos y medianos (OMS, 2015). En Chile, según la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN 2015), las personas mayores representan el 17,5% de la población general, es decir, cerca de tres millones de personas de 60 años y más; a su vez, se proyecta que para el 2050 el grupo de 80 años y más será el más numeroso entre los adultos mayores, por lo que el envejecimiento poblacional ya es un hecho. Por otro lado, dadas las condiciones sociales del envejecimiento en Chile, una de cada cuatro personas mayores presenta alguna alteración en sus actividades de la vida diaria (AVD) (SENAMA, 2010), explicado por un posible deterioro en diferentes niveles de su funcionalidad física, mental y social que acompaña a la vejez junto a contextos poco adaptados que pueden generar situaciones de discapacidad, y/o dependencia en diferentes grados, llegando a requerir la ayuda de otro. No obstante, la dependencia se puede dar en otros grupos etarios, pues no es propia de las personas mayores. El segundo factor está relacionado con la capacidad del sistema para dar respuesta a este aumento de necesidades de cuidados a través de políticas públicas que garanticen autonomía, calidad de vida, derechos y dignidad humana, así como también la valorización de los aportes de la familia y la comunidad, para lo que se requieren abordajes integrales, que en la práctica no se logran ejecutar del todo. Algunas razones de esto son la falta de recursos y la existencia de modelos de salud que solo apuntan a la mirada biomédica, como se señala en el último Informe de la Comisión de Discapacidad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU); en Chile existe ausencia de una “estrategia para la armonización legislativa relativa a personas con discapacidad, así como la persistencia del modelo médico y el uso de terminología peyorativa” (ONU, 2016). A pesar de los esfuerzos para desarrollar un marco jurídico, como la ley 20.422 que establece normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión social de personas con discapacidad, y contar con un subsistema nacional de apoyos y cuidados que es parte del sistema de protección social, los recursos no son suficientes para todos los hogares ni para cubrir todas las necesidades, además de ser variables según la comuna de residencia de las personas. Un ejemplo de esto es lo que ocurre con las 47.612 personas dependientes ingresadas al Programa de Atención Domiciliaria: solo 17.212 cuentan con el reconocimiento del estipendio, existiendo una brecha de más del 59% de cuidadores sin acceso a este aporte económico que, por lo demás, es más bien simbólico. Los usuarios, usuarias y agrupaciones hacen énfasis en la bu- rocracia de las instituciones, en los largos tiempos de espera, en las dificultades asociadas la escasez de recursos que ofrece el sistema en relación con la cantidad de prestaciones que se requieren, junto con los tratos inadecuados y las respuestas que no consideran sus necesidades. En consecuencia, las necesidades de cuidados aumentan y como sociedad nos encontramos ante un sistema de protección social insuficiente que no garantiza derechos, individualiza la labor de cuidados específicamente en mujeres y agudiza los problemas de las familias. 45 40 35 30 25 %20 15 10 5 0 18 a 29 años 30 a 44 años PeSD Severa PeSD leve amoderada 45 a 59 años60 ymás años Total 7,1 11,3 21,7 38,3 17,6 20,8 8,3 7,2 2,9 1,8 14,6 8,3 5,2 11,7 20,0

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