Brian, el nombre de mi país en llamas: cuadernillo de montaje de egreso

97 de dos siglos después. A continuación, mi fundamento: Me parece que el dispositivo escénico que contiene a la obra y que la sostiene como discurso estético, es decir, como una experiencia sen- sible generadora de conocimiento, hace que la obra se quede en una pieza que problematiza sobre la forma, y por lo tanto sobre el “cómo” (en tanto articulador de significado simbólico), pero que, sin embar- go, olvida el “para qué” de lo dicho y desde “qué” lugar se enuncia lo que se enuncia. En otras palabras, cuando los narradores de la obra se paran frente al micrófono a enunciar los versos de Diego Ramírez, ¿Desde qué cuerpo se dice aquello que se dice? ¿Desde un cuerpo actor que enuncia por enunciar, por lo importante de pararse a decir lo que hay que decir, por lo solemne e importante que se torna teatralizar un poema chileno que habla de mí país en llamas? O, por el contrario, ¿Por la necesidad de que lo dicho sea dicho, sea escuchado, sea puesto en otros cuerpos para otros cuerpos hoy? Mi hipótesis es la siguiente: En el ansia de denunciar la identidad histórica de Chile, por medio de cuerpos portadores de una rabia casi ontológica, la obra se encierra sobre sí misma, y esa rabia queda rele- gada al grito por el grito, al arte por el arte y a la necesidad de que el público no se despiste ni se aburra ante tanto verso vacío… y entonces cantemos a Shakira… Y en ese proceso la obra se vuelve un perfecto ejemplo de individualidades incapaces de formar comunidad, y que, como buenas hijas de esta época, solo pueden intentar dilucidar la comunidad desde aquellas identidades parciales: vistiéndose de punky neonazi, o exponiendo la líbido juvenil de un grupo cualquiera en la discoteque Blondie, o intentando meter a Catrillanca en todo esto para volverse contingente: Todo esto no hace más que evidenciar la condición posmoderna de desorientación de estas individualidades. Como expone Sergio Rojas en su libro El Arte Agotado : Ahora, en medio de estos procesos económicos, políticos y milita- res de magnitud inédita, el individuo padece una forma de extra- ñamiento en que ya no sabe en qué pensar, pues sus referentes de

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