Los territorios que habita(re)mos: ¿Qué futuro existe para las zonas de sacrificio?

En términos institucionales esto se traduce en una duda generada cuan- do la entidad que fiscaliza es la misma que procesa los datos. De hecho, de las aproximadamente 180 estaciones de monitoreo que existen, las cuales vigilan la calidad de aire que nosotros respiramos, sólo 50 -apro- ximadamente- son manejadas o son responsabilidad del Ministerio del Medio Ambiente, siendo las 130 restantes manejadas por entidades pri- vadas, sujetas a las mediciones de estas estaciones. Esto generaría un evidente conflicto de interés en la medida que el funcionamiento de las diversas faenas va aparejado a los resultados de las mediciones reali- zadas por dichas estaciones. Una mala calidad del aire medida, repre- senta una paralización en el funcionamiento, entonces esto es algo que tampoco ayuda al monitoreo de la calidad del aire y en particular de las estaciones de Quintero – Puchuncaví, donde las estaciones que medían e indicaban los compuestos orgánicos volátiles eran manejadas por las empresas que estaban ahí en la zona industrial. En Chile, las normas respecto a las emisiones son menos exigentes que las normas internacionales. Las denominadas zonas de sacrificio apare- cen porque la legislación no es muy estricta en este sentido, entre esto, que no tenemos normas de emisiones. Existen normas para la emisión en transporte, algunos compuestos e industrias, pero es muy reducida y actualmente para una gran cantidad de fuentes no existe; por lo tanto, en la medida que la normativa legal sea laxa seguirán ocurriendo estas cosas. A esto se le suma el problema de que las empresas existentes antes de la implementación de los Estudios de Impacto Ambiental no tuvieron una aplicación retroactiva. Esto genera, una vez más, una pro- blemática de normativa para estas industrias. Por último, está el proble- ma de las sanciones contempladas en la actual legislación, las cuales no son lo suficientemente contundentes como para generar un cambio en las prácticas de las industrias. Por otro lado, lo que hace falta es un monitoreo serio para toda la actividad existente en estas zonas y no sólo un par de estaciones. El trasfondo de todo esto resulta un problema político y no un problema técnico. Técnicamente la contaminación por gases y compuestos orgá- nicos volátiles tiene solución. Resulta más bien un problema de voluntad política y de querer hacerlo, asumiendo el costo de ello. En el futuro estas zonas no deberían seguir existiendo. Se debería solu- NICOLÁS HUNEEUS .54. POSITION PAPER N°1 / SERIE DESASTRES SOCIONATURALES Académico del Departamento de Geofísica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas e investigador del (CR)2 de la Universidad de Chile.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=