Diseño urbano y sus aproximaciones desde la forma, el espacio y el lugar. Serie II

87 Parte 2. La relevancia del lugar significador de experiencias urbanas en destacar, como indica Norberg-Schulz (1980: 18), que “la existencia es espacial”, afirmando que “no puede disociarse el ser humano 45 del espacio”. Así, se reivindica la preocupación central de la filosofía de Heidegger: el ser humano , como centro del proyecto arquitectónico y principal lugar (Gallardo 2012: 120), cuya naturaleza implica estar en la tierra como mortal, lo que significa habitar. Para llevar el habitar a la plenitud de su esencia, como se describe en Construir, habitar, pensar, se debe pensar y construir desde el habitar (Heiddegger, 1997). Heiddegger afirma que los espacios reciben su esencia de los lugares y no del espacio, fundando el concepto de residencia definiéndola como “la relación de los seres humanos con los lugares y a través de ellos con los espacios”; así “sólo cuando somos capaces de residir podremos construir” ya que la residencia es la “propiedad esencial” de la existencia. El concepto de residencia está inmerso en el significado de construir desde sus orígenes. Para demostrarlo, Heidegger se remonta a la antigua palabra alemana en la que construir era buan que significa “habitar” o “residir”. Él habla de estar-en-el-mundo y lo relaciona con el término de mundicidad o perteneciente al mundo, distinto de mundaneidad ; es decir, que aporta comprensión de la esencia o del carácter del mundo. Lo contrario del ente es la nada, por tanto, el ser y la nada son lo mismo. El lenguaje no da con la fórmula y Heidegger lo enuncia: ser: nada: mismo . Así, el centro o corazón, olvidado con demasiada frecuencia dentro de las estrategias proyectuales, es el ser humano como conjunción de nada y todo, de óntico y ontológico, que debiera estar siempre presente, pues es la finalidad primera del proyecto arquitectónico. En esta línea, Aldo Rossi en “La arquitectura de la ciudad”, muestra su desconcierto ante la falta de análisis de la arquitectura por su valor más profundo: como “cosa humana que forma la realidad y conforma la materia” (Rossi, 1981: 76), según unas concepciones estéticas. Por tanto, es ella misma no sólo “el lugar de la condición humana, sino una parte misma de esa condición”, representada en la ciudad y en sus monumentos, en los barrios, casas y en todos los hechos urbanos que van emergiendo del espacio habitado. Se pone en manifiesto la implicancia directa del ser humano, que es el que va a sentir desde el espacio proyectado, introduciéndose en su interior para, desde ahí, poder habitarlo. Así, el interior y su relación con el exterior 45 Nota de la autora: se ha sustituido “hombre”, por “ser humano”.

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