Silvicultura en bosques nativos: experiencias en silvicultura y restauración en Chile, Argentina y el oeste de Estados Unidos

94 — Silvicultura en bosques nativos tienen una estructura simple, de pocos estratos ar- bóreos debido a la colonización en pocos años de un área (bosques coetáneos). Siguiendo la clasifica- ción propuesta por Oliver y Larson (1996) las fases de desarrollo de un bosque serían: 1) inicio rodal, 2) exclusión de fustes, 3) reinicio del sotobosque y 4) bosque adulto. Los bosques secundarios, en este contexto, estarían circunscritos a las dos primeras fases y la parte inicial de la tercera etapa, de reinicio del sotobosque. Cuando ya se observan varios es- tratos arbóreos en un bosque, de distintas especies, en un bosque que comienza a ser multietáneo, ya se deja de hacer referencia al bosque como secundario. Los bosques secundarios constituyen una gran oportunidad para ayudar a satisfacer las múltiples demandas de la sociedad hacia los bosques, ya que al tratarse de bosques jóvenes, en sus etapas inicia- les de la sucesión forestal, la silvicultura de estos bosques puede dirigir la composición, estructura y crecimiento en distintas trayectorias y hacia dis- tintos objetivos. Los actuales bosques secundarios pueden ser los bosques adultos del futuro, multie- táneos, multiespecíficos, con alta biodiversidad y almacenamiento de carbono, pero también pueden constituir la principal superficie para la generación de madera y fibra a partir de bosque naturales. El entendimiento de las trayectorias potenciales de bosques regenerados naturalmente es esencial para manejar y restaurar bosques y para predecir los cambios en los tipos de bosques en un clima cam- biante (Chazdon 2014). En el mosaico de ecosistemas y paisajes forestales (figura 5.1) los bosques secun- darios han adquirido cada vez mayor importancia en algunas regiones del mundo. En regiones con menor impacto humano bosques primarios tienden a dominar en el paisaje, pero en regiones con mayor impacto humano los bosques secundarios pueden dominar el paisaje, por ejemplo en el centro-sur de Chile (37°- 44°S; CONAF 2014a, b, c), donde ocupan más de dos millones de hectáreas (cuadro 5.1). La multiplicidad de servicios ecosistémicos que pueden ofrecer los bosques debería permitir que la sociedad, a través de propietarios privados, autoridades locales y otros actores relevantes del territorio, decida qué servicios deberían proveer los bosques entre las opciones de madera, biodiversi- dad, paisaje, agua, etc., entendiendo que en muchas situaciones es posible compatibilizar la provision simultánea de varios servicios en el territorio, e in- cluso en un mismo bosque (e.g. Donoso et al . 2014). En el caso de bosques secundarios éstos proveen valores ecológicos y servicios ecosistémicos que pueden ser muy distintos de aquellos provistos por bosques adultos, ya que se trata de bosques con alta densidad de árboles con pocas especies dominantes, y pobre diversidad estructural (generalmente con dosel monoestratificado; Rapp et al. 2002, Chazdon et al. 2009). Sin embargo, se pueden manejar los bos- ques secundarios para crear atributos de bosques adultos, y en consecuencia similares funciones y servicios (Bauhus et al . 2009), y ese puede ser un ob- jetivo en ciertos territorios, especialmente aquellos con muy pocos bosques adultos. En los últimos 150 años perturbaciones antropo- génicas han moldeado en gran medida el paisaje del centro-sur de Chile. La llegada de colonos europeos y chilenos a la zona centro-sur, especialmente a par- tir de finales del siglo XIX, tuvo un fuerte impacto sobre la cobertura de los bosques de estas regiones (Donoso y Lara, 1995). Durante los primeros años de la colonización el fuego fue la principal técnica para abrir tierras para la agricultura y el ganado (Donoso y Lara 1995, Otero, 2006). Luego, empezando en los años 1920, el fuego y también el madereo continua- ron degradando y destruyendo los bosques nativos adultos, generando en muchos casos grandes áreas que hoy cuentan con bosques secundarios. Como resultado, hubo grandes cambios en la estructura y composición de los bosques, tanto a nivel de rodales como de paisaje (Otero 2006). Aparte de perturbaciones antrópicas que han de- terminado la generación de bosques secundarios, la dinámica natural de los bosques templados del cono sur de Sudamérica está determinada principalmen- te por la acción de agentes de perturbaciones alo- génicas de gran escala. Incendios, deslizamientos

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