Producción interdisciplinaria: respuestas institucionales a la transversalidad del conocimiento

10 – Producción interdisciplinaria vestigación conjunta entre individuos cuyos orígenes disciplinarios sean diferentes, identificar problemas y abordajes que reconozcan la complejidad de nuestros objetos de estudio y realzar la pertinencia sociocultural de nuestros productos. Se buscaba, además, discutir el trabajo interdisciplinario en la Universidad como un ejemplo de una práctica científica que difícilmente tiene la cabida que se merece en el contexto científico chileno, de modo que los actores de la política de investigación se hagan parte de un compromiso que concierne profundamente a nuestras instituciones, es- pecialmente las estatales. A nuestro parecer, este compromiso supone el abordaje de una dimensión política, una dimensión científica y una dimensión cultural que justificarían el rol primordial de la interdisciplina en la actualidad. La dimensión política es sustancial porque el desarrollo de lo interdisciplinar exige acciones, recursos, normativas y criterios que promuevan iniciativas innova- doras y acordes a los complejos problemas que nuestra sociedad requiere enfrentar. Desde y al interior de nuestras unidades de investigación y de formación se necesita reflexionar políticamente el rol que cumple la ciencia y los temas prioritarios en las fronteras del conocimiento. Pero también esta discusión debe incorporar el diálogo y trabajo conjunto con comunidades, con la sociedad civil, con instituciones del Estado y, por cierto, con iniciativas privadas también. La valoración de lo que hace- mos es un problema y una necesidad estrictamente académica; pero entendiendo, a la vez, que lo que llamamos producción de conocimiento requiere de miradas algo más complejas que solamente la asignación de recursos para financiar proyectos o para publicar en revistas indexadas. Para ello es necesario integrar, por ejemplo, de manera creativa, las funciones de docencia y vinculación con el medio como parte de esos procesos investigativos. Este propósito no es simplemente retórico, o sola- mente cultural, en cuanto al sentido que le entregamos colectiva e individualmente a nuestros resultados, sino que es político en cuanto debe tener consecuencias reales, prácticas, incluso económicas para lo cual el compromiso de las instituciones y del Estado es ineludible. La creación del nuevo Ministerio de la Ciencia es sin duda una oportunidad singular en este punto, pero no será un motor de cambio si la reflexión del quehacer científico, que incluye lo interdisciplinar, no es puesto en el centro del debate. En segundo lugar, se trata de una necesidad científica. Entendiendo la ciencia no solo como un modo de producir conocimiento en función de las metodologías que las disciplinas definen como propias, sino en virtud del espíritu científico basa- do en el quehacer de unidades, de investigadores, que desde sus perspectivas y apor- tes avanzan en la generación de un conocimiento transversal y diverso. Por ejemplo, en el campo de las ciencias sociales, es difícil encontrar “revoluciones” en el conoci- miento que no hayan puesto en diálogo a disciplinas diversas en pos de abordar pro- blemas específicos y viceversa. Los mayores aportes al conocimiento de lo que somos

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