Producción interdisciplinaria: respuestas institucionales a la transversalidad del conocimiento

42 – Producción interdisciplinaria co que dirijo, el equipo estuvo formado mayoritariamente por arqueólogo/as, pero había también una antropóloga física, un antropólogo social, un geomorfólogo, un geólogo, un geógrafo, un ecólogo, un botánico, un geomensor, una educadora de párvulos y hasta un físico. Todos parte de un mismo proyecto de investigación. En la primera campaña de terreno de este año trabajó con nosotros también un equipo de biólogos marinos, y dentro de este mismo proyecto en el pasado hemos colabora- do con ictiólogos, historiadores y químicos, además de “expertos locales” (orilleros, pescadores artesanales y pirquineros). En arqueología la inter/multidisciplinariedad es especialmente visible y más im- portante que en otras disciplinas, dadas ciertas características de su propio objeto de estudio que la diferencian notablemente de las otras ciencias sociales. Una de estas diferencias es que los arqueólogos estudiamos los fenómenos sociales e históricos de forma indirecta, es decir, estos últimos serían nuestro objeto de conocimiento, pero los abordamos desde los restos materiales que se generaron a partir de conductas y prácticas sociales pasadas. Estos restos son, por lo tanto, nuestro objeto de estudio. Para abordar nuestro objeto de conocimiento y reconstruir conductas y prácticas del pasado a partir de restos materiales, las propiedades mismas de esos restos —físicas, químicas, biológicas, etc.— son sumamente relevantes (por ejemplo, los elementos químicos de un objeto informan de su procedencia o los isótopos estables de un res- to óseo permiten reconstruir la dieta de un individuo en el pasado). Dado que los ar- queólogo/as estamos pobremente capacitados para conducir este tipo de investiga- ción sobre las propiedades materiales de nuestro objeto de estudio, dependemos de la colaboración con otros científicos para generar una parte importante de los datos que necesitamos para interpretar la conducta humana y los procesos históricos. Por otro lado, los restos materiales estudiados por la arqueología han sido modificados por una serie de procesos no culturales antes de quedar depositados en los contextos que excavamos y analizamos. Dado que estos procesos son fundamentalmente de carácter geológico, biológico, físico o químico, es natural que la arqueología requie- ra también de la colaboración adicional de estas disciplinas para comprender cómo se originó el registro material que estudiamos. Asimismo, las prácticas sociales y las conductas en el pasado no ocurrieron en el vacío, sino en determinados escenarios ambientales que influyeron de diversas maneras en los procesos históricos. Eviden- temente, otras disciplinas son asimismo relevantes para reconstruir estos escenarios ambientales en los que se desarrollaron las comunidades humanas del pasado (el “paleoambiente”). Y, por último, dado que nuestro objeto de conocimiento es, fi- nalmente, la sociedad, la cultura y sus procesos históricos, entonces la arqueología dialoga también con otras ciencias sociales y con las humanidades, tomando presta- das de ellas la mayor parte de su armazón teórico. Dado lo anterior, prácticamente no existen proyectos arqueológicos que no

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