Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1

94 – malestar y destinos del malestar Políticas de la desdicha sariamente malestar social. ¿Por qué? ¿Se debe, acaso, a que los individuos procesan o interpretan estas experiencias de distinta manera? Responder esta pregunta resulta clave, a nuestro entender, para pensar una sociología del sufrimiento y del malestar. Nos parece que una hipótesis plausible sería que las personas enfrentadas a expe- riencias similares, pero con recursos sociales o capacidades diferenciadas, pueden recurrir a códigos diversos a la hora de tematizar sus descontentos o sus malestares, recurriendo a estrategias diferentes para sobrellevar sus sufrimientos. De este modo, algunos pueden responsabilizarse de la totalidad de cosas que les acaecen sin referir al contexto social más amplio, de suerte que todo fracaso o dificultad, toda trayecto- ria o expectativa frustrada, será vivida como una falta personal. De hecho: “[…] así como el bienestar y el malestar subjetivos están desigualmente distribuidos en la población, también lo están los modos de entenderlos, vivirlos y procesarlos. Mientras algunos sectores de la población dirigen su malestar hacia el país, la socie- dad o la política y lo nombran como descontento, otros lo viven e interiorizan en el ámbito privado y lo nombran como insatisfacción individual. La manera en que los individuos perciben el malestar –es decir, si responsabilizan a la sociedad o a sí mismos– está directamente relacionada con la dotación de capacidades: a mayor do- tación, más exigente es el juicio práctico que los individuos realizan sobre el mundo […] mientras menor es la dotación de capacidades, menos es la severidad del juicio crítico que el individuo realiza sobre el entorno social y mayor el que realiza sobre sí mismo. Aquí, en vez del descontento, aumenta la probabilidad de que aparezca la autorresponsabilización” 51 . En efecto, las personas que presentan sintomatología depresiva elevada son aquellas que, respecto del resto de la población, tienen menos capacidades ( capabilities ). En atención a ello, podríamos plantear, entonces, la hipótesis siguiente: ciertas expe- riencias (como la inseguridad, el maltrato, la soledad) pueden verse reflejadas en términos de insuficiencia individual para derivar en sintomatología depresiva ; o bien ser procesadas como injusticia para derivar en malestar social . Evidentemente, se tra- ta de un problema que necesita seguir siendo explorado en futuras investigaciones: ¿en qué medida la distribución desigual de capacidades ( capabilities ) se traduce en modos diferenciales de procesamiento de experiencias sociales? Por cierto, el ejercicio empírico que presentamos presenta limitaciones metodo- lógicas, las cuales podrían ser mejoradas en estudios futuros. Por ejemplo, la escala de sintomatología depresiva utilizada es demasiado breve y poco rigurosa en términos epidemiológicos. De hecho, el problema de este tipo de escalas es que, a menudo, 51 PNUD, Desarrollo humano en Chile. Bienestar subjetivo: el desafío de repensar el desarrollo (Santiago: PNUD, 2012), 217.

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