Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1

126 – malestar y destinos del malestar Políticas de la desdicha expresando un núcleo arcaico que, hasta ese instante, nunca se había manifestado. Sobre la vertiente cualitativa, la pregunta respecto de la interpretación se considera del lado del encuentro que, entre analista y analizado, procede a través del signifi- cante. Particularmente, se trata de saber aquello que, en el analista, el significante desenmascara de las asociaciones que lo hacen intervenir, actuando en cierto modo como en un movimiento de palanca. No importa que la interpretación sea explícita o implícita – es decir, solamente proferida como intención –, pues el encuentro en- tre el analista y el paciente a través del significante proviene de un reencuentro con un yo-ideal que incluye al otro, siendo finalmente la idea de transmitir y, más que reconstituir, de reconstruir. Cuando Martha me contó que compartía con su madre una cierta inclinación al alcohol que le costaba contener, al tiempo que oscilaba entre la excitación de una vida profesional bastante plena y una forma de vida más bien tranquila – a seme- janza de una imagen de Épinal –, yo mismo me sorprendí al hablarle del peligro de “adherir demasiado” [ trop y coller ] en asociación al significante “beber demasiado” [ trop picoler ] 19 que la paciente notó antes que yo, en un momento donde acababa de evocar el hecho de autorizarse a tomar aún más para seguir avanzando en su tra- tamiento. Mi lapsus , cargado de mi angustia contra-transferencial, surgió ante la imagen del carácter explosivo que podían generar los momentos de embriaguez de mi paciente, expresando a la inversa la tendencia de Martha hacia una cierta forma de adhesión a los estereotipos. De este modo, a través del lenguaje común, se podía notar que yo adhería a un rasgo del carácter manifestado por mi paciente, mientras que la formulación de su propósito adoptaba el aspecto pasional que Martha podía encontrar al interior de ella misma. Conclusiones Sólo podremos aprender de las situaciones extremas en la relación con la singulari- dad del sujeto que las atraviesa. Es, por lo demás, generalmente a posteriori que éstas pueden ser calificadas de extremas, a partir de los efectos que hayan producido sobre la organización subjetiva del analizado y, también, sobre aquella del analista. Cuan- do este último recibe, en la escena analítica, el discurso de su paciente, conmovido por el tono dramático de lo que oye no sólo es llevado a reconocer el carácter ma- nifiesto del discurso tal cuál fue enunciado sino, también, a trasportarlo lejos hacia al pasado para, por medio de una construcción imaginaria, encontrar la leyenda en función de la cual se construyó. En cierto modo, el analista transforma el discurso de su paciente para que se vuelva mítico, y para que su aspecto dramático tome el 19 [Nota de los traductores] Juego de palabras conformado por la homofonía entre trop y coller [adherir demasiado] y trop picoller [beber demasiado].

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