Los Futuros Imaginados

l o s f u t u r o s i m a g i n a d o s 180 181 Ramón Griffero Se desarrolla una subver- sión de la creación social, que se en- frenta a una ficción que va perdiendo las verdades que la sustentaban. Lo que nos lleva a re configurar nuestro sentido de vida, que debía ir en rela- ción orgánica con aquella que la fic- ción preconizaba con la cual a muchos nos dificultaba tanto sincronizar. Estas vivencias sociales vuelven a develar y a reafirmar la condición del arte como el pulso del alma de un país. No aquel “arte” que nace del lucro y no del alma y que es inherente a la matriz de la ficción imperante, sino ese arte que se construye en la dimensión de los pensamientos y sensa- ciones paralelas, lugar donde las emociones son el engranaje que susten- ta el gesto de creación, espacio donde los sentidos, el cuerpo establecen lenguajes diversos en pos de entregarle vida a lo silenciado y a lo oculto, pero de una vivencia palpable. Un accionar de esta otra política que imprime la memoria de la especie, el registro emotivo crítico de nuestro devenir. Accionado a partir de una ba- talla constante de sobrevivencia, haciendo continuar ese impulso atávico, de ser la huella, de la senda de una especie. Es a partir de ese otro yo sensorial, que se elabora en obras, sonidos, cuerpos, textos desde donde el saber, la filosofía, su disidencia plasma los deseos de ser un otro social Teniendo a veces como aspiración el desen- mascarar la ficción de su época. Y es esta misma pulsión la que invade o subyace en este amanecer colectivo, que desmorona y devela una ficción de vida que es el espejismo de un po- der que perdió su verdad social. Los manifestantes plasman su rebe- lión en la libertad de las emociones, la subversión de la creación social // ramón griffero es Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales 2019. Estudió So- ciología en la Universidad de Chile, carrera que se vio interrumpida por el golpe de Estado y la dictadura al exiliarse en Londres. No volvió al país hasta 1982 lue- go de obtener un grado de Bachelor of Arts en Cien- cias Sociales por la Universidad de Essex. Ha sido dis- tinguido en los Premios Apes y Altazor en nuestro país. c a p í t u l o 3 . V o c e s , c o m u n i d a d e s , e s p e r a n z a s . O p i n i o n e s y d i á l o g o s en los gestos de su cuerpo, en el volumen de una voz privada que se hace pública, en los rayados de los muros, en las pancartas de cartón y madera están sus textos, en las canciones, la sinfonía del desacato. Es desde los lenguajes atávicos de la creación social, que surgen las formas que sostie- nen los discursos que se enfrentan a las palabras del poder. Son los bailes, el sonar de tambores y aquellas coreografías soporte de textos de subversión que remecen las veredas de nuestro territorio. Y el sello del feminismo contestatario, que surgió de los cerros de Valparaíso, Lastesis con “El violador eres tú”, su trascendencia a continentes y len- guas dio cuenta que hay un planeta comunicado, que vibra al unísono, surge una comunidad planetaria que se enfrenta a esta nueva esclavi- tud: la del mercado. La tribu atomizada se reencuentra manifestando un mismo sentir. La conciencia de clase, motor pretérito de la revolución internacional del proletariado se esfumó en su ortodoxia. Hoy es reemplazada por la conciencia de la vida y las demandas de un buen vivir no solo para nosotros “los humanos”, sino también para un planeta y todos los seres que lo habitan. En este suceder, el espacio público se vuelve el espacio de la representa- ción comunitaria, antes reducido a una sala de teatro o a una galería de arte. Ya no hay un escenario al cual concurrir y aplaudir a los actores po- líticos protagónicos. Hoy estamos todos y todas sobre el escenario, donde se deviene un actor más de esta trama que se desenvuelve. Ya no es nece- sario pregonar el acercar a la gente a la cultura: nosotros somos la cultura. Se reafirma la existencia de un inconsciente colectivo, de una memoria intrínseca, que no pudo ser borrada: resurgen colores, sonidos e imáge- nes de las rebeldías del ayer, hoy reelaboradas, que nos dan la mues- tra palpable de pertenecer a una tribu con sus tótems y ritos para todos reconocibles. Donde el golpear muros con piedras, cacerolas, tambores, remite al ruido primitivo para señalar una presencia, como para alejar los demonios. El gesto aislado de la creación individual resurge como una creación social. Una política del arte, que no es ya telonera de una ideolo- gía política, como lo fue del arte político. La salas de teatro se re instalan como ágoras, como extensión de las pla- zas de nuestras ciudades donde las voces, los cuerpos, las emociones, se l a s u b v e r s i ó n d e l a c r e a c i ó n s o c i a l // ramón griffero

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