La Quinta Normal i sus establecimientos agronómicos y científicos : paseo de estudio

-144- n1ayor razon ser observados en una EST.ACION SÉISMIC.A bien montada. Esas fuerzas, causas primarias de los temblores, no son aun definitivamente conocidas; pero, para fijar los datos que deben servir a la indagacion de los fenómenos, impor– ta se_ntar como hipótesis las causas mas probables que los orijinan. A dos causas jenerales atribuyen los físicos mo– dernos las sacudidas de la corteza terrestre: a hundimientos subterráneos i a impulRos de fuerzas volcánica's. Hasta mayo de 1883, época del gran terremoto que destruyó a Krakatoa, isla situada en el estrecho de la So11.:da en el mar índico, entre Java i Sumatra, la mayor parte de los· físicos atribuian los terremotos a hundimientos subterrá- ~ neos, identicos en sus efectos al derrumb:;tmiento de. las galerías de una mina. Darwin i Bousignault fundan esta teoría en el supuesto que existen, en el interior de las altas cordilleras, cavida- · des profundas a . cuyo fondo bajan éstas· gradualmente. Apoyan este aserto en que, a medida que esas cordilleras descienden, suben en la misma proporcion los terrenos i las c.ostas de sus inmediaciones. Las premisas de que par– ten Darwin i·Bousignault son verdaderas, pues se ha _ob– servado que el litoral del Pacífico se levanta con los siglos gradualmente bajando en la misma proporcion las · cordi– lleras de los Andes; i que las costas de Suecia se levantan cuatro o cinco pies en cada siglo, hundiéndose proporcio– nalmente los terrenos de la Groenlandia mas inmediatos a la Suecia. Pero· de que esas premisas ·sean exactas no se deduce que la consecuencia sea verdadera. Es cierto que está c?mprobada la existencia de hondas cavernas como las llamadas Agujero de la jiwñte, Gruta de la .santa reina, la de la Chaise, etc., en Francia, las de J{ent i de Brixham etc. en Inglaterra, i otras que hemos mencionado en el capitulo sobre el MusEo N A.OIONÁL¡ pero no está confinna· .

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